Del mismo modo que "La roca", de la misma cuerda, es un producto que muy posiblemente perdure por sus indudables aciertos, esta sucesión de gritos y carreras es básicamente un bodriete que ejemplifica los peores vicios del cine de acción de los 90. Nicholas Cage probablemente se puso definitivamente la soga, o el San Benito, al aceptar hacer algo que pedía a gritos un Van Damme o un Lundgren; tres cuartos de lo mismo se puede decir de John Cusack o de Malkovich, que debían tener muchas letras que pagar. El argumento es de lo más convencional, y una mera excusa para los golpazos, las explosiones y los topicazos, pero todo ello contado con bastante menos gracia de lo exigible, de modo que esperen mucho menos que de una película de acción al uso. En resumen, muy a duras penas para pasar el rato.