Los dos títulos (ambos espantosos) de esta película no dan buena cuenta de lo que contiene. A primera vista podría parecer la típica bazofia elaborada a base de retales al estilo "XXXX Movie", pero no lo es, puesto que parte de un argumento (delirante, eso sí) que se desarrolla de forma unitaria y completa. Sí que puede considerarse un cierto homenaje a un género específico, las Buddy Movies americanas, en las que dos policias opuestos acaban montándola con un claro desprecio al concepto de propiedad privada. Pues eso es, una comedia con estructura de Buddy Movie profundamente british que combina con habilidad diálogos repletos de juegos de palabras con un humor físico de lo más cafre que producirán risotadas hasta en los más pintados; por supuesto, todo el humor inglés de los últimos 20 años es heredero de los Monty Python, y esto no es una excepción en su capacidad de sacar el absurdo de cualquier cosa. Respecto al reparto, están todos bastante bien en sus papeles, destacando el dueto protagonista que, cómo no, combina a un super-policia de una deliciosa rigidez moral y un agente de inteligencia dudosa; el resto se lo pueden imaginar (o no, porque el final es de traca). La realización y el montaje son claramente herederos del último cine británico de Danny Boyle y Guy Ritchie, con multitud de planos combinados de forma rápida y agresiva pero que en este caso concreto le da al conjunto un ritmo trepidante muy adecuado. En definitiva, no pasará a la historia del cine pero es definitivamente divertida y en momentos brillantes.