... porque este trabajito llevaba su nombre desde el primer fotograma. Swordfish es, formalmente, una película de los 80: filtros anaranjados que podría haber firmado Tony Scott, montaje aún inteligible antes de la llegada de Michael Bay, neones, música hortera, fulanas de discoteca, uso indigno de la mujer (pobre Halle Berry), argumento fascistoide que hubiera hecho babear a Reagan... Sí, no me miren así porque no es el único engaño de la película: siendo coherentes con su horrible cartel, la acción de la película es mínima y en mi opinión no especialmente brillante, discurriendo el metraje en la ejecución de un plan criminal bastante absurdo. Si en los 80 la testosterona, las frases lapidarias y los tiros nos hubieran deleitado, aquí nos ofrecen un malo metrosexual (aceptablemente interpretado por Travolta), un hacker pseudo-surfero que, en un error clamoroso de casting recae en Jackman, incapaz de que nos creamos ni por un segundo las escenas informáticas que, ya de por sí, son de auténtico bochorno, y una de las niñas más relamidas del cine reciente. En resumen, esta es una obra extraña porque no satisface ninguna expectativa, ni las de película de acción ni las de thriller criminal, y pasa sin pena ni gloria por nuestra memoria. Una perdida de tiempo, vamos.