Que la saga pedía mayor oscuridad y un tratamiento más adulto es evidente, pero en esta película el problema no es ese. De hecho, yo me pensaría muy mucho el que la vean niños pequeños porque el tono general se mueve entre una película de sicarios y una pesadilla de tomo y lomo. Toda esa angustia, esa violencia, y esa sensación de que se acabaron los juegos florales está muy bien, y excelentemente acompañados por una sombría fotografía, pero una vez más falla el ritmo. La única razón por la que esta película es soportable es que todos estamos esperando el desenlace final, porque la narración es farragosa (lenta no, farragosa), o peor aún, una sucesión casi inconexa de escenas en la que la única cadencia la marcan las absurdas estancias de los protagonistas en los bosques. Y no se trata de que haya poca acción o de que los planos duren varios segundos, sino de que el director es incapaz de subir al espectador a su tren y que tenga la sensación de estar viendo una historia unitaria; me da lo mismo que esto sea una primera parte, pues una película de más de dos horas tiene que tener una estructura más definida. En definitiva, tono adecuado pero carencia absoluta de nervio narrativo.