Aunque sistemáticamente las comparaciones entre creadores suelen ser falsas, he de conceder que Fincher tiene en común con Hitchcock no solo elementos formales, sino sobre todo la capacidad de convertir cualquier historia en una película memorable. El guión adaptado de Gone girl es, por decirlo en una palabra, abracadabrante: es una mezcla de sátira social, thriller psicológico y metáfora hiperbólica de las relaciones de pareja, con gran variedad de situaciones, desde las de densidad inquietante hasta las de comedia ligera. Solo una gran maestro (y Fincher lo es) tiene la capacidad de coger tal potaje y hacer una película de más de dos horas en las que nadie en la sala pestañea, hay varios finales en falso y se roza lo grotesco a menudo. La dirección es de una astucia sorprendente y saca todo el partido posible a la estolidez de Affleck y el lado inquietante de Pike, tejiendo una historia sórdida, misógina a más no poder y que, repito, acaba siendo una gran farsa sobre hombres y mujeres que en otras manos hubiera sido un completo disparate. En resumen, gran película sin intención de ser realista, sino de contar una historia endiabladamente entretenida y dejar un poso de resquemor en el aficionado.