Mira que eres intenso, Hugo Blick... Con todas esas tramas retorcidas, esa obsesión por la estética, esa contínua sensación de que cada plano cuenta, de que no se puede pestañear. Pero me da lo mismo, porque eres BUENO.
Después de esa experiencia total que fue The shadow line, Blick se atreve con el conflicto Palestino-Israelí, ese cubo de Rubick insoluble en el que, para nuestra desgracia, todos estamos implicados. La serie está milimétricamente construida, roza la perfección en lo formal y mantiene la atención en todo momento con las cuitas de la familia Stein, un clan de acaudalados judíos que se ven inmersos en una trama oscura, paranoica y definitivamente MUY BLICK. Stephen Rea está estupendo, como siempre, pero yo destacaría sobre todo a Maggie Gyllenhaal, actriz nacida en New York pero que nos deja con el culo torcido con un acentazo británico muy conseguido. En resumen, producto absolutamente recomendable y otra nueva muestra de que no solo los HBOs y los AMCs saben hacer las cosas bien.