Ver Kingsman es un placer por los siguientes motivos:
- Colin Firth está MUY GRANDE. Hace tiempo que dejó de ser solamente el epítome de lo británico: ahora da hostias como Plumcakes y nos convence de que el traje es una prenda que nunca se fué.
- Taron Egerton está... ¿donde estaba este chico?. Soberano acierto de casting, pues lleva el papel con mucho aplomo y cumple con todo lo que se requiere de él.
- La combinación entre ciertos elementos del Universo Pegg-Frost-Wright (el sempiterno Pub), algún toque de los Python y, sobre todo, la forma de rodar la acción en la línea de Gareth Evans y sus The Raid es una combinación ganadora. Vaughn y los guionistas combinan con sabiduría el humor visual, el lenguaje del comic y unas escenas de acción sencillamente electrizantes.
- Cómo sátira/epílogo/epitafio del cine de espías las referencias cinéfilas son múltiples, pero es de una gran astucia la forma en la que desarrolla la trama, bordeando siempre el tópico pero teniendo la última palabra. El villano de Samuel L.Jackson es una genialidad, y es de agradecer cómo se ríe sin disimulo de James Bond y en general de todo el mundo.

Kingsman es uno de los mejores entretenimientos que nos ha dado la industria en los últimos tiempo: honesto, sencillo, vitriólico, sangriento hasta la prohibición, incorrecto como solo un caballero inglés puede ser. Muy recomendable.