Una de las reglas básicas para hacer tanto buenas comedias como buenos dramas (ambos igual de difíciles), es introducir siempre pequeñas dosis del contrario de modo que el resultado final no acabe siendo una mera bufonada o una tragedia increíble e indigesta. González Iñárritu, que suponemos que sabe algo de cine, ha decidido hacer caso omiso de la regla de oro y coje un personaje, le da una paliza de órdago, y cuando lo tiene en el suelo inconsciente lo sodomiza y le roba la cartera. Esto es algo legítimo, pero innecesario, porque no creo que su mensaje llegue mejor envolviéndolo en una cuádruple capa de mugre, miserias y oscuridad (yo diría que es contraproducente). Por ir abreviando, la película solo se sostiene por Bardem, que hace un trabajo serio; tanto un guión errático que se pierde entre demasiados temas tanto íntimos como sociales, como un espartano formato visual que roza el Movimiento Dogma no contribuyen a que el resultado final tenga el empuje y la poesía de Babel o Amores perros, en los que se sufre pero a gusto. Por tanto, es una película recomendable para masoquistas con carnet y estudiantes del oficio actoral; para los demás será una experiencia bastante desagradable y sin contrapartidas.

PD: la visión que se da de la inmigración me parece de un maniqueismo paupérrimo, y sobre todo la imagen de la Policía, a la que se disfraza sin más explicaciones de asesinos corruptos. En mi humilde opinión Iñárritu se ha limitado a extrapolar las fuerzas del orden mexicanas con la de españa, lo cual es una broma de mal gusto. Los mozos de esquadra deben estar contentos...