Ya de inicio y ver el crédito de Irvine Welsh da pauta para que te prepares y visiones el estilo del escritor, capturado en imágenes provocadoras y bajo el ya característico léxico soez que hace crítica de lo socialmente correcto y sus consecuencias cuando se opta por no seguirlas. Aquí el autor deja en paz a los Ninis* y se va hacia el que tiene una ocupación (no por eso mejor persona), y nos devela un ser tan hiperactivo como podrido, de sobrada autoestima que se vale de tretas para conseguir el ascenso en su empleo fingiendo ser el compañero modelo de la agrupación.

Con este argumento general vamos viendo la degradación grupal que se sujeta a los designios de este particular personaje dejado de sí mismo ya sea por codependencia a su mujer, alcohol, drogas, sexo, porno y todo aquello que socialmente es señalado, que entreteje a base de mentiras para propiciar la caída estrepitosa de sus compañeros a quienes les encuentra su talón de Aquiles en los complejos regidos por la sexualidad. Nadie está ajeno e irá limpiando su camino para toparse inesperadamente con un pasado tormentoso, que aun siendo más digno, le motiva a una actitud destructiva en general.

La trama se muestra algo enredosa de acuerdo a la percepción de Bruce Robertson, quien va y viene entre drogas, alcohol y sexo; el actor principal no pierde el momento por demostrar el compromiso con el trabajo a realizar, convence de principio a fin llendo de la euforia y el desenfrene a la desesperación y tristeza para un cierre en close up bastante burlón para quién pensó que se concluiría prodigiosamente y con dispuesta redención.

Sabe a Irvine Welsh, sabe a Trainspotting, pierde algo de sorpresa... pero el autor sabe que todo personaje y por más anodino que parezca, tendrá algo por contar y motivos tendrá... mis vecinas son calientes por cabronas o ¿tienen sus motivos?...

*Nini: Término dado en México a personas sin actividad, mayoritariamente jóvenes. (Ni estudia, ni trabaja).