Ver para creer e incluso corroborar la mala nota y los comentarios puntuales de una película atroz para el género de ciencia ficción en México, el cual no se ha explorado debido a la falta de recursos económicos y técnicos que así lo permitan. Sin embargo la justificación es inválida, ya que el público merece ver calidad sin importar todas los inconvenientes que se presentan en el rodaje y sí encontrar garra y pasión en cada uno de los componentes del trabajo a la hora de proyección.

Para comienzos de 2011, con bombo y platillo se anunciaba en diferentes emisiones radiofónicas el estreno de la primer película de ciencia ficción producida en este país, todo un despliegue publicitario que invitaba a visionarla, mas a la semana de su permanencia en salas el proyecto se sujetaba a la crítica, donde se afirmaba que era visible la falta de dominio en películas futuristas. Caso que vine a confirmar a un año de su estreno con varios puntos a recalcar:

• Un argumento sumamente pobre que mezcla la represión del México de toda la historia ante la creencia religiosa.
• Una fotografía pobre que trata de ratificar la época que plantea el guión.
• Personajes con pobreza en convicciones que giran a la ligera su postura.
• La dirección de algunos actores está del carajo… ver a un Raúl Méndez tan sobreactuado es realmente extraño; una Sandra Echeverría en rol protagónico, cuando no imprime nada al personaje que de por sí es planísimo.
• Unas panorámicas de falacia.
• La situación de disidentes en lugares estratégicos a medida de lo gratuito fueron colocados ahí sin complicaciones.
• La trama se torna poco dinámica e ilógica.

En fin no hay como tomarla en serio y lo peor es que se trata de una serie de tres películas, eso sí es valor.