Ante las desfavorables perspectivas de un pueblo cansado de los vicios de su sistema político y donde los medios para manifestar las inconformidades son limitados, en internet se conjuntan todas aquellas plumas y voces reconocidas para denunciar los agravios perpetrados en contra de la nación y vergonzosamente orquestados desde la casa presidencial y las instituciones.

Argos comunicación, la única productora capaz de exponer temas políticamente incomodos ha encontrado un nuevo espacio de difusión, el streming TV que lidera Netflix, para reavivar sucesos que la televisión pública ha omitido por completo debido a los nexos inquebrantables con el estado.

Emilia Urquiza es la primera dama en la ficción planteada por el equipo de guionistas, mujer de principios e ideales; tentativamente culpable por el homicidio del ejecutivo en jefe y prófuga de las "autoridades" que en la búsqueda de respuestas se valen de tretas para inculparla y ocultar diversos intereses de la política exterior en el ingobernable México del s. XXI.

La intención por acercarnos a temas que a todos nos debería de atañer por los atropellos cometidos en contra del mismo pueblo, así como las verdaderas razones por mantenerlos a la sombra, se ha logrado de manera aceptable, aun cuando el eje central de la historia sea de una imaginativa y muy surrealista concepción de mujeres en el poder, pierden el control y se envilecen de él (Sahagun); han asumido posturas pasivas, además de nunca haber tenido suficiente notoriedad todo para recalcar la autoridad del marido (Zavala); o de aquéllas que banales se prestan al juego de la mentira (Rivera) a cambio de la posición que les confiere el título de "primera dama".

La serie las tendría todas para ganar, sin embargo todo resulta de una estructura narrativa forzada, donde muchos planteamientos no resultan sólidos y directamente relacionados con estas figuras de poder. Una primera dama ingobernable que de la noche a la mañana olvida los maquillajes, el buen vestir y las cenas de gala para ocuparse de las verdaderas causas justas, al frente de un comando armado, inmerso en el ya famoso barrio bravo de Tepito. Lo anterior reitera el encasillamiento de la actriz, por estos personajes de anti-heroína que le dan mucha notoriedad entre quienes gustan de la acción como género.

Otro aspecto a puntualizar, la cartera de actores de Argos resulta repetitiva e incluso la dirección se nota demasiado relajada, algunos personajes no muestran el vigor requerido (Marco Treviño) en pro al juego de convenciones .

En fin el proyecto carece de fortaleza argumental, se deja ver sin esperar la calidad de otros proyectos encumbrados por la televisión restringido (Capadocia) o la pública (Infames) en su momento dado.