Afirmar que ésto es la comedia del año del cine argentino, me hace deducir algunas cosas: o que hay una pésima percepción de la comicidad; las limitaciones inminentes del género en esa región del continente (caso que dudo mucho); o bien la falta de trabajo en las líneas del argumento (creo que está es la que se ajusta más al resultado).

En el film jamás presencié comedia negra y si una cinta plagada de tópicos recurrentes de la denominada comedia romántica; su escasa creatividad conduce a los personajes a sumarse a una serie de situaciones desapegadas a un concepto humorístico álgido, astuto para señalar lo negro de los protocolos. El cineasta nos hace participe de una ceremonia a la cual se llega con muchos obstáculos interpuestos por los caracteres de ambos protagonistas, a quienes se les ensombrece la perfección del evento por un hecho inesperado, la religión que cada uno profesa, ex-parejas presentes en el lugar y la visión que tienen de la boda como suceso que reafirme el compromiso de pareja.

El humor como el cine en general se somete al gusto individual. Yo soy un tipo que prefiere la acidez para exponer el asunto a que se vaya con una serie de atropellos como salida a la incapacidad de generar parlamentos que cumplan con el objetivo del género. Para desfortuna de Winograd la película se queda en un pasable, con muchos puntos que tendría que haber corregido antes del rodaje.

Para concluir, mi condición de ermitaño me hace que no sienta apego por los protocolos; hoy a esta boda no me queda más que asignarle un 5. No se resuelve con ingenio y se torna repetida una y otra vez.