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Voto de Tonib:
3
6,4
45.872
Fantástico. Drama. Romance. Thriller
En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2018
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la segunda mitad de los años setenta del siglo pasado se generalizó un tipo de cine bastante absurdo denominado de "destape". Consistía en forzar el guión para que, cada dos por tres, se paseara una "vedette" reconvertida a actriz por delante de la pantalla enseñando las tetas y acaso también las nalgas. Cuando a alguna de estas actrices se le preguntaba si estaba dispuesta a desnudarse en una película, contestaba siempre: "si lo exige el guión".
Todos sabían que el guión no exigía nada, que todo era un pamplina y que toda la película era una excusa para ver desnudos. Ya está. No le daba nadie más vueltas. ¿Película? ¿Qué película? Ah, la que sale enseñando las tetas tal o cual.
La diferencia entre el cine de verdad y el cine porque sí radica precisamente en que en el cine auténtico las cosas ocurren porque están motivadas (los amores, los odios, las risas, los aburrimientos, los deseos); en el cine porque sí, sucede lo que el guionista desea, y coloca tal o cual escena o imagen para quedar bien o para conseguir un resultado que previamente pretendía, aunque los hechos de la trama en aboluto llevaran a él.
En mi opinión, del Toro se sitúa justamente en el cine porque sí, en el cine donde no importa argumentar, donde los personajes no existen, son meras caricaturas al servicio del titiritero que las mueve. ¿Como una peli de superhéroes? No, peor. Las películas de superhéroes, o infantiles, o de "sal gruesa", comienzan por no tomarse en serio, por saber que todo es una broma y que vamos a pasarlo bien sin dar más vueltas al asunto. Del Toro pretende crear una película adulta, consciente, definitva. Pero lo hace con un guión prefabricado, copiado y casi calcado de mil sitios, donde todos actúan al servicio de lo que él considera que debe de ser el objetivo final. Las acciones, por tanto, nunca se fundamentan. ¿Para qué, si soy yo quien manda? Soy del Toro: necesito un amor extraño, unos personajes que representen a minorías, unos malos que sean muy malos y unos buenos que sean muy buenos, simbolismo nivel ESO, un par de culos y algo de sangre. ¡Ah! Y encanto, necesito mucho encanto, sobre todo al principio. ¿Cómo lo consigo? Pues poniéndolo en el guión, menuda broma: érase una vez un pesonaje con mucho encanto, al que hay que querer porque yo lo digo y...etc.
Todos sabían que el guión no exigía nada, que todo era un pamplina y que toda la película era una excusa para ver desnudos. Ya está. No le daba nadie más vueltas. ¿Película? ¿Qué película? Ah, la que sale enseñando las tetas tal o cual.
La diferencia entre el cine de verdad y el cine porque sí radica precisamente en que en el cine auténtico las cosas ocurren porque están motivadas (los amores, los odios, las risas, los aburrimientos, los deseos); en el cine porque sí, sucede lo que el guionista desea, y coloca tal o cual escena o imagen para quedar bien o para conseguir un resultado que previamente pretendía, aunque los hechos de la trama en aboluto llevaran a él.
En mi opinión, del Toro se sitúa justamente en el cine porque sí, en el cine donde no importa argumentar, donde los personajes no existen, son meras caricaturas al servicio del titiritero que las mueve. ¿Como una peli de superhéroes? No, peor. Las películas de superhéroes, o infantiles, o de "sal gruesa", comienzan por no tomarse en serio, por saber que todo es una broma y que vamos a pasarlo bien sin dar más vueltas al asunto. Del Toro pretende crear una película adulta, consciente, definitva. Pero lo hace con un guión prefabricado, copiado y casi calcado de mil sitios, donde todos actúan al servicio de lo que él considera que debe de ser el objetivo final. Las acciones, por tanto, nunca se fundamentan. ¿Para qué, si soy yo quien manda? Soy del Toro: necesito un amor extraño, unos personajes que representen a minorías, unos malos que sean muy malos y unos buenos que sean muy buenos, simbolismo nivel ESO, un par de culos y algo de sangre. ¡Ah! Y encanto, necesito mucho encanto, sobre todo al principio. ¿Cómo lo consigo? Pues poniéndolo en el guión, menuda broma: érase una vez un pesonaje con mucho encanto, al que hay que querer porque yo lo digo y...etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una chica puede llamarse Bella y enamorarse de Bestia, porque sabe que tras ese aspecto se esconden unos sentimientos, una inteligencia, un ser humano. Y puede sentir amor. Es comprensible. En la película, tras el anfibio, no vemos ni sentimiento ni inteligencia ni rasgo alguno de humanidad. Sentir deseo sexual por un animal es simple bestialismo. A los brutos les da igual qué hay detrás de su pareja reproductiva, el sexo es simple punción biológica que satisface por necesidad.
Pero para del Toro, la prota tiene que enamorarse del Pescadilla porque es necesario que lo haga, porque tienen que retozar juntos, porque se debe denunciar la crueldad de los países con los seres diferentes, porque si lo interracial está bien, lo interespecial ya ni te digo, porque el director es mexicano y se siente menospreciado por los yankis y por mil chorradas más que agota escribir. ¿Qué motivo tiene la protagonista para enamorarse del Pescadilla? ¡Que se ha comido la cabeza de un gato, amigos! ¡De un bocado! ¿Cómo sabe la prota que no se la va a comer después del restregón carnal, como una mantis macho?
El malo es cruel porque tiene que ser malo, el pintor es gay porque alguien tiene que serlo (asunto de cuota), como no sabe cómo hacer malos a los rusos los convierte en mafioso italoamericanos, siempre comiendo, la amiga, en vez de vomitar cuando le dice que se ha acostado con un anfibio, le pregunta cómo tiene la pilila: tiene que ser asertiva porque es amiga y es negra.
Los aburdos del guión se pueden ver en muchos otros comentarios:
Personal de limpieza campando a sus anchas por lugares ultrasecretos.
Base de importancia capital en la carrera lunar que no tiene un soldado que la custodie.
Rusos imbéciles a los que habría bastado con captar a cualquier trabajador de la limpieza para averiguar qué pasaba en ese complejo en nada parecido al área 51.
Anfibio superimportante al que no se le hace ni una radiografía, ni un análisis de sangre. Le dan porrazos y arreando.
Tener que esperar a que se llene un canal para soltar al Pescadilla en vez de hacerlo en la playa más cercana.
Malo supermalo que se dedica a torturar, a criar a su familia, a vigilar él solo todos los monitores, a ligar con la chica muda.
Vale, en serio, da igual. Ya basta. Endulzamos la peli con amor interespecista con un poco de antiracismo y un vecino que sufre mucho por ser calvo. O quizá por ser gay, no sé. O por ambas cosas, que eso no se aclara. Ponemos un baile en blanco y negro y algo de claqué para ganarnos aún mas a Hollywood, y unas gotitas de gore en tanta melaza para que no nos tilden de blanditos
Del Toro llega al punto álgido de su crítica social cuando el camarero rechaza que un señor de más de sesenta años intente toquetearle, más teniendo en cuenta que el camarero no le ha dado ningún motivo para su acercamiento sexual. Eso sí, luego actúa como un loco racista con una pareja de color: así se demuestra, desde su maestría, que rechazar el avance de rijosos ancianos homosexuales por ser heterosexual, es propio de racistas contumaces e hideputas. Con ello nos ganamos también al colectivo gay.
No queda ya colectivo, sensibilidad minoritaria u opción sexual en Hollywood que puedan criticarnos, piensa del Toro: he ganado. Y acierta.
En fin, socorro. ¿Mejor película? ¿En serio? O tempora, o mores.
Pero para del Toro, la prota tiene que enamorarse del Pescadilla porque es necesario que lo haga, porque tienen que retozar juntos, porque se debe denunciar la crueldad de los países con los seres diferentes, porque si lo interracial está bien, lo interespecial ya ni te digo, porque el director es mexicano y se siente menospreciado por los yankis y por mil chorradas más que agota escribir. ¿Qué motivo tiene la protagonista para enamorarse del Pescadilla? ¡Que se ha comido la cabeza de un gato, amigos! ¡De un bocado! ¿Cómo sabe la prota que no se la va a comer después del restregón carnal, como una mantis macho?
El malo es cruel porque tiene que ser malo, el pintor es gay porque alguien tiene que serlo (asunto de cuota), como no sabe cómo hacer malos a los rusos los convierte en mafioso italoamericanos, siempre comiendo, la amiga, en vez de vomitar cuando le dice que se ha acostado con un anfibio, le pregunta cómo tiene la pilila: tiene que ser asertiva porque es amiga y es negra.
Los aburdos del guión se pueden ver en muchos otros comentarios:
Personal de limpieza campando a sus anchas por lugares ultrasecretos.
Base de importancia capital en la carrera lunar que no tiene un soldado que la custodie.
Rusos imbéciles a los que habría bastado con captar a cualquier trabajador de la limpieza para averiguar qué pasaba en ese complejo en nada parecido al área 51.
Anfibio superimportante al que no se le hace ni una radiografía, ni un análisis de sangre. Le dan porrazos y arreando.
Tener que esperar a que se llene un canal para soltar al Pescadilla en vez de hacerlo en la playa más cercana.
Malo supermalo que se dedica a torturar, a criar a su familia, a vigilar él solo todos los monitores, a ligar con la chica muda.
Vale, en serio, da igual. Ya basta. Endulzamos la peli con amor interespecista con un poco de antiracismo y un vecino que sufre mucho por ser calvo. O quizá por ser gay, no sé. O por ambas cosas, que eso no se aclara. Ponemos un baile en blanco y negro y algo de claqué para ganarnos aún mas a Hollywood, y unas gotitas de gore en tanta melaza para que no nos tilden de blanditos
Del Toro llega al punto álgido de su crítica social cuando el camarero rechaza que un señor de más de sesenta años intente toquetearle, más teniendo en cuenta que el camarero no le ha dado ningún motivo para su acercamiento sexual. Eso sí, luego actúa como un loco racista con una pareja de color: así se demuestra, desde su maestría, que rechazar el avance de rijosos ancianos homosexuales por ser heterosexual, es propio de racistas contumaces e hideputas. Con ello nos ganamos también al colectivo gay.
No queda ya colectivo, sensibilidad minoritaria u opción sexual en Hollywood que puedan criticarnos, piensa del Toro: he ganado. Y acierta.
En fin, socorro. ¿Mejor película? ¿En serio? O tempora, o mores.