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Voto de Langfuller:
8
6,4
1.146
Drama
En 1659, el inglés Robinson Crusoe, el único sobreviviente de un naufragio, llega a una isla desierta. Tras varios años de soledad, descubre que la isla está habitada por salvajes. Tras enfrentarse con ellos, salva a un nativo a quien le pone el nombre de Viernes. Juntos vivirán en la isla algunos años más hasta que aparecen otros náufragos. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2007
37 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente esta historia interesara a Buñuel por el contenido psicoanalítico que tiene ya en el original (no olvidemos que Freud no inventó nada). El complejo de culpa paterno acosa a Robinson durante sus años en la isla, está convencido de que sus desdichas son fruto del pecado original de haber desobedecido a su padre al enrolarse en un barco. La creencia en la Providencia, en la figura paterna de dios, es la contrapartida de este temor omnipresente. Robinson se reprocha a lo largo de la novela su falta de agradecimiento al dios que provee y este descuido quizá le empariente con Odiseo, antes que con Job. El héroe aqueo propició con su "hybris" la animadversión de Poseidón y como Robinson es condenado a la furia de los mares y al ostracismo por más de veinte años. La condena paterna terminará de manera poética cuando ayude a recuperar su posición de poder a otra figura paterna: el capitán de un barco español cuya tripulación se ha amotinado.
Según Marx, Robinson Crusoe es un canto moderno al individualismo burgués. En el personaje de Defoe la fe en el progreso y en la providencia es evidente. Robinson es un titán, un nuevo Prometeo, capaz de ejercer todos los oficios y de erigir una civilización nueva y utópica con la sola labor de sus manos. El náufrago es marinero, agricultor, pastor, alfarero, carpintero y por fin gobernador de su isla. Logra hacer del trigo, harina y de la harina, pan, y de la madera consigue carbón. Levanta una cabaña, un palacete, una fortaleza, corrales, canoas... Su don de oficios, su inventiva, su humanidad, en fin, resulta agotadora y deslumbrante. Buñuel tratará de invertir la condición burguesa del Robinson original, hará fracasar su fe comparándole a un rebelde contra dios, a Tántalo y a Prometeo sucesivamente, y cuestionará su progreso que conduce a la insania del protagonista.
Según Marx, Robinson Crusoe es un canto moderno al individualismo burgués. En el personaje de Defoe la fe en el progreso y en la providencia es evidente. Robinson es un titán, un nuevo Prometeo, capaz de ejercer todos los oficios y de erigir una civilización nueva y utópica con la sola labor de sus manos. El náufrago es marinero, agricultor, pastor, alfarero, carpintero y por fin gobernador de su isla. Logra hacer del trigo, harina y de la harina, pan, y de la madera consigue carbón. Levanta una cabaña, un palacete, una fortaleza, corrales, canoas... Su don de oficios, su inventiva, su humanidad, en fin, resulta agotadora y deslumbrante. Buñuel tratará de invertir la condición burguesa del Robinson original, hará fracasar su fe comparándole a un rebelde contra dios, a Tántalo y a Prometeo sucesivamente, y cuestionará su progreso que conduce a la insania del protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Buñuel decanta el relato del lado de las ausencias que socavan la integridad mental de Robinson: la del padre, que ocupa gran parte del original, la de los amigos y la de la mujer, a la que Defoe no dedica un solo pensamiento del naufrago. Los amigos son recordados con ocasión del quinto aniversario de su naufragio. Robinson, víctima de los efluvios del alcohol, cree compartir la celebración con sus amigos ausentes. Oímos sus cantos pero no les vemos, las miradas medio alucinadas de Robinson les suponen fuera de campo, la celebración es animosa hasta que la jarra que la motiva cae al suelo, los cantos cesan y la cámara se retira del plano medio del náufrago evidenciando su soledad (amén del plano con grúa del mismo año de Gary Cooper en "High noon"). A la mujer la introduce a través de un vestido, una carcasa vacía que ahora sirve de espantapájaros y que Viernes, inocente, se la vestirá en un asomo de travestismo. Pero la ausencia que marca su locura es la del perro, Rex, que por el nombre de autoridad es en realidad un eco de la del padre. Un eco de su mente, el ladrido de Rex será lo último que crea oír al abandonar la isla, revelando la duda sobre su cordura pese a su facha, vestido de governador e investido de autoridad con una enorme bíblia en su regazo. Emocionantes son también los ecos que multiplican la soledad de Robinson, su grito alzado a dios que le es devuelto en el claustro de las colinas, desintegrado.
Con este reguero de ausencias y sobre todo con la falta de dios las Escrituras carecen de significado para él: "Lie down in green pastures, he leads me besides still waters, he restores my soul. (mirada alucinada) Green pastures. Green pastures. The scriptures came meaningless to my eyes. The world seemed but a whirling ball. Its oceans and continents, a green scum, and myself. With no purpose. And no meaning." Fundido. Robinson corre hacia el mar gritando ayuda enarbolando una antorcha. Deja el brazo laxo y la antorcha se apaga al contacto con el agua. Robinson es ahora un Prometeo que ha perdido el fuego, esta vez la civilización ha fracasado y sólo queda en él un bárbaro. A partir de entonces la desintegración del individuo es evidente, no existe una instancia superior capaz de "restaurarle". La insania se apodera de Robinson que se recrea con la proximidad de su muerte. En una escena que recuerda a las hormigas dalinianas de "Un chien andalou" recoge unos insectos con la palma de su mano y se dirige a ellos: "Just you wait there in your homes and I will feed you". El encuentro con Viernes (en el original dice llamarle así para recordar el paso del tiempo, quizá porque la locura del hombre empieza cuando los días se asemejan los unos a los otros) llega demasiado tarde, aunque trata de enseñarle su cultura, de "civilizarle", él sigue siendo un bárbaro en realidad (le enseña a comer con cubiertos mientras que él lo hace con las manos). Para Buñuel, Crusoe no logrará abandonar la isla jamás.
Con este reguero de ausencias y sobre todo con la falta de dios las Escrituras carecen de significado para él: "Lie down in green pastures, he leads me besides still waters, he restores my soul. (mirada alucinada) Green pastures. Green pastures. The scriptures came meaningless to my eyes. The world seemed but a whirling ball. Its oceans and continents, a green scum, and myself. With no purpose. And no meaning." Fundido. Robinson corre hacia el mar gritando ayuda enarbolando una antorcha. Deja el brazo laxo y la antorcha se apaga al contacto con el agua. Robinson es ahora un Prometeo que ha perdido el fuego, esta vez la civilización ha fracasado y sólo queda en él un bárbaro. A partir de entonces la desintegración del individuo es evidente, no existe una instancia superior capaz de "restaurarle". La insania se apodera de Robinson que se recrea con la proximidad de su muerte. En una escena que recuerda a las hormigas dalinianas de "Un chien andalou" recoge unos insectos con la palma de su mano y se dirige a ellos: "Just you wait there in your homes and I will feed you". El encuentro con Viernes (en el original dice llamarle así para recordar el paso del tiempo, quizá porque la locura del hombre empieza cuando los días se asemejan los unos a los otros) llega demasiado tarde, aunque trata de enseñarle su cultura, de "civilizarle", él sigue siendo un bárbaro en realidad (le enseña a comer con cubiertos mientras que él lo hace con las manos). Para Buñuel, Crusoe no logrará abandonar la isla jamás.