Un guion que logra que el espectador lo pase bien y regrese a su casa después de haber visto una película que cumplió con lo que había prometido. Nos encontramos con una buena trama y la mano de un director que supo darle todos los condimentos para que esta funcione.
Nick Cassidy (Sam Worthington) es un ex policía que fue a la cárcel culpado de un robo que no cometió. Para probar su inocencia se fuga de prisión y lleva adelante un plan vertiginoso desde la cornisa de uno de los pisos del famoso hotel Roosevelt de New York de la que amenaza tirarse. El plan, del que también participan su hermano y la novia de este, consiste en probar que el diamante que se le acusa de haber robado sigue en manos de su dueño. ¿Cómo lo hará?
Al borde del abismo se impone desde el comienzo con mucha intriga y suspenso. Queremos saber de inmediato qué hace ese hombre en una cornisa a punto de suicidarse. Esos primeros minutos críticos auguran un film que te atrapa. Claramente la película se centrará en contarnos el por qué se llegó a esa situación.
Y es que “Al borde del abismo” lanza reveses contra los responsables de la actual situación económica; se encrespa de tal manera que llega a convertir al protagonista en un héroe popular gracias al fervor de un público solidario, siempre favorable a establecer juicios paralelos. Dentro del público de la calle podemos ver como responde una persona a estos juicios.
Además disfrutamos de un reparto valioso, muy bien equilibrado para no dejar a Worthington toda la responsabilidad de sostener la historia: “Jamie Bell y Genesis Rodriguez” ambos muy simpáticos por su coherencia, “Elizabeth Banks, Ed Harris, William Sadler, Anthony Mackie o Kyra Sedgwick”.