Nada más decir que me arrancó lágrimas la escena en que los soldados se detienen para dejar pasar a esa mujer con su bebé. Preciosa escena, más elocuente que toda la película en si, la cual no deja de ser la típica historia del fugitivo que huye entre ruidos de metralla, con sus -que diría Greimás- correspondientes ayudantes (el bueno de Michael Caine y la gordita de rastas) y sus detractores (Chiwetel Ejiofor & cía). Rodada con un realismo que impacta, y en unos ambientes que por momentos parecen cogidos de alguna de nuestras tantas guerras mediáticas, la película no está nada mal. Lo mejor: me esperaba algo peor. Pero está bien.
Lo peor: es que todo esto puede ser posible.