Henry Turner (Harrison Ford) es un exitoso (pero amoral, ruin y despreciable) abogado que ve su opulenta y vil vida trastocada cuando recibe un disparo y, tras pasar una temporada en coma, deberá empezar de nuevo con una vida que no conoce por culpa de la amnesia. Este amnésico e inocente Henry comienza desde cero, no sin enmendar los errores de su vida y personalidad... una vida y una personalidad de la que apenas tiene recuerdos.

Un Harrison Ford en su salsa (secundado por una siempre solvente Annette Bening, que en numerosos puntos le roba la atención a Ford para con el espectador) protagoniza este compuesto de drama y fábula tan común y característico (la temática de "hombre sinvergüenza que se redime empezando de cero con una nueva actitud" lo hemos visto desde el "Cuento de Navidad" de Dickens hasta "Family Man" entre otras) como asequible, eficiente y edificante.

Mike Nichols, afamado director (de, entre otras, "¿A quien teme Vilginia Wolf?", "El graduado" o "Silkwood") de dramas que se mueven por la vida común (algunos más atinados que otros), consigue un largometraje destacado, gustoso y estimulante (y con puntos de virtuosismo) a pesar de contar con una temática y argumento manidos y un desarrollo elemental y previsible.

El director presenta una realización sobria y usual que no presume de carácter (algo que se evidencia demasiado en el desapasionado primer tercio donde la trama no es tan destacada) pero que sí se vanagloria de experiencia y pericia, otorgando una perfecta composición de planos y una edición acabada haciendo de la narración un ejercicio impecable y una experiencia agradecida.

Nichols lega todo el peso del film al guión de J.J. Abrahams (guión que firmó como Jeffrey Abrahams, y siendo uno de sus primeros trabajos en el mundo del cine, antes de pasar como guionista de la serie "Perdidos" o como director de cintas como "Missión Impossible III" o "Star Wars VIII") y sobretodo a las solventes interpretaciones que aprovechan con naturalidad y capacidad unos personajes sencillos y no muy arriesgados pero cabales y con puntos de perspicacia.

A pesar de tener que contar con un drama sin momentos de realista crudeza que el film demandaba ("A propósito de Henry" quiere, pretende y logra ser una "good feeling movie"), Abrahams se trabaja un guión cabal (muchos espectadores con experiencia en clínicas de rehabilitación psico-motora han confirmado que el film se mantiene realista) e interesante. Pero no es hasta su nudo y desenlace (a partir de que Henry comienza a recuperar el habla y, sobretodo cuando regresa con su familia y se topa con su antigua vida) cuando la cinta comienza a involucrar y a alentar al espectador con sus pequeños diálogos, momentos y detalles (en especial los que comparte Ford con los personajes de Mikki Allen, Annette Benning y Bill Nunn) de comedia, de progreso vital y de amor y romanticismo. Todos estos detalles logra ser tan naturales y exitosos como implicantes e interesantes. Abrahams explota una agudeza y lucidez muy necesarias para un film de estas características tan sencillo y predecible. Esos detalles en los que el protagonista va mejorando su vida con simpatía, complicidad y con el afecto de su familia son el punto fuerte del film, y legan algunos momentos de alegría y entusiasmo para el recuerdo (esa escena de padre e hija en la biblioteca, o ese Henry retomando su relación amorosa de manera distinta a lo que acostumbraba con su mujer en el parque).

El otro gran pilar de la película son las interpretaciones. Desde sus secundarios, todos se lucen con naturalidad. En cuanto a sus protagonistas; Bening se convierte en una robaescenas y Ford (que, admito, no es uno de mis actores predilectos y me resulta bastante más limitado e impertérrito que otras carismáticas y camaleónicas figuras tipo Day-Lewis o DeNiro) encaja como un guante en su personaje ya sea como abogado mezquino o como ingenuo y cándido disminuído psíquico. En este aspecto de la dualidad de su personaje es donde el icónico galán del cine brilla más, haciendo de hombre poco expresivo pero con naturales detalles de inseguridad, miedo y otras emociones.

En definitiva "A propósito de Henry" es un film de esos que se pueden calificar como "de babas y edulcorado" (no hay un drama conflictivo potente, y algunos aspectos de la vida de sus protagonistas resultan un tanto manipuladores y tópicos (por ejemplo, el metraje intenta hacer que nos de pena que los protagonistas tengan que dejar esa opulenta vida por otra "menos opulenta"... y pena no da ninguna obviamente)), pero J.J. Abrahams logra un libreto con delicados y optimistas pormenores lógicos e implicantes que rescatan y aupan a la cinta. Tanto eso (esa creatividad en ciertos detalles de la trama) como la mano y el compás de Nichols, la bella banda sonora de Hans Zimmer ("El rey león", "Gladiator", "El caballero oscuro", "Origen") insertada con puntería en las situaciones que lo demandan, y la naturalidad de las interpretaciones, hacen que la cinta resulte tan agradecida y disfrutable como estimulante y eficaz.

Tal vez no estemos hablando de la película más madura y cuidada (seguro que no. "A propósito de Henry" parte de un drama con moralina tópico y pronosticable, y su libreto no puede evitar puntos de maniqueísmo. Su realización en la narración no es singular, y el primer tercio en la presentación de los personajes resulta del todo fútil), pero "Apropósito de Henry" logra, o bien una justa atención o bien una implicación y complicidad triunfal a partir de su media hora.

Un film hábil y diestro, un drama tierno sobre un cretino que enmienda sus errores con el cariño y el cuidado de su familia, familia de la que recupera un amor perdido en esos años de "hijoputez". La película logra despertar la ternura, el interés y la sonrisa que pretende. De recomendable visionado.

Lo peor: Que pudo ser mejor pues peca de poco riesgo y excesivo buenismo y formalidad. Su primer tercio...