Película dirigida a un público joven. El protagonista es un adolescente que se muda con su madre a Los Ángeles, allí liga con una compañera de instituto, aunque también sufre el desagradable bullying de los matones de turno... suerte que tiene como vecino a un tal Miyagi, un anciano oriental canijo que trabaja de chapuzas en el edificio, pero que sabe karate como el que más.

La verdad es que la trama es sencilla y el objetivo es claro: típico protagonista adolescente corriente y buena gente que escalará una montaña de adversidades para convertirse en un héroe, y vencer a los "malotes" del insti y hacerse con la chica.

Sí, es una película previsible, descafeinada y algo tópica... pero está bien hecha y todo está bien tratado. Que vaya por delante que el film no prentede ser una tragedia realista que nos enseñe el drama del bullying, ni las penurias de la clase baja Angelina en todo su esplendor... pretende centrarse en la relación universal maestro/pupilo (y esto lo hace muy bien), en el camino del aprendizaje... un aprendizaje mutuo, un caminar en compañía el uno del otro, un caminar juntos con lecciones para toda la vida que se hace para luego saber caminar solo.

La verdad es que a la película no puedo ponerla pegas ni a su realización ni a su montaje tan correctos, incluso la cinta nos regala planos medios y escenas con una gran fuerza narrativa que hacen que no te puedas despegar de la pantalla (ya sea por su simbolismo visual en los entrenamientos o porque carecen del defecto de la inmediatez en las peleas). La banda sonora de Bill Conti con toques orientales es oportuna y acompaña a las mil maravillas a la trama. Las actuaciones también son buenas resultando frescas y naturales (parece que en esta época el jóven protagonista de turno SABÍA ACTUAR y se metía en el papel y, por muy insulso que fuera su personaje, al menos no ponía la mirada en blanco).

El único pero que le encuentro a "Karate Kid" es que quizá tiene un ritmo algo lento alargando la historia en pequeños puntos... pero esto no es un defecto muy a tener en cuenta ya que sucede en muy pocos momentos.

Capítulo aparte merece Pat Morita y su encantador personaje (lo mejor de la película, que la remata y la convierte en algo para recordar). Tiene los momentos más férreos y divertidos, su fisionomía encaja en su personaje como una obra maestra de ingeniería, sus miradas zen son impresionantes, sus palabras llegan al alma. En fin, Morita hace de Miyagi el MAESTRO con mayúsculas y define esta palabra: dicen que no existe mal estudiante sino mal maestro, un buen maestro se gana el interés y el respeto del alumno... y de Miyagi no solo se aprende sino que se confía a ciegas. No malcría pero es un profesor cercano, protector, listo y noble. En el caminar de la vida, yo también querría a un maestro como Miyagi.

Lo peor: Que la historia se alarga en algunos puntos de forma innecesaria.
Lo mejor: Pat Morita y su personaje. La relación maestro/pupilo...