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España España · MADRID
Voto de Spark:
8
Drama Randle McMurphy (Jack Nicholson), un hombre condenado por asalto, y un espíritu libre que vive contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego. (FILMAFFINITY) [+]
6 de noviembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué satisfacción siento cuando descubro y devoro una obra memorable!

Nicholson es McMurphy. McMurphy es un delincuente, un caprichoso, un vividor. Pero también es alegre, gracioso, vital, libre, campechano, fascinante (¿como es posible que un personaje de tan dudosa calaña logre seducir de una forma agradable? Pues con una interpretación de Jack Nicholson, claro está). El díscolo McMurphy es llevado al manicomio. McMurphy toma contacto con sus perturbados compañeros...pero el díscolo de McMurphy no ve en ellos a gente loca, ve a gente reprimida y manipulada por una disciplina tan inhibidora como infeliz. Así que McMurphy da una lección a los pacientes del manicomio... y no de cordura precisamente sino una lección de juerga y desenfreno.

Había escuchado muchas cosas buenas de esta película. Sin embargo mi pesimismo natural me hacía pensar que el protagonista sería un anárquico exhasperante e histriónico, y la famosa malvada enfermera una tópica frigida... ¡que alegría comprobar lo equivocada que estaba!. McMurphy es de dudosa calaña, sí, y sin embargo es totalmente atrayente y encantador gracias al carisma natural de Nicholson que ofrece un fascinante personaje con grandes ganas de disfrutar la vida sin ningún tipo de sujeción preconcebida. La enfermera afortunadamente no está limitada a una maldad unidimensional, y logra hacerse temible sin dejar de ser interesante y sin llegar a descubrirse descaradamente en su maldad.

Reconozco que más de la mitad del mérito está en esas 320 maravillosas páginas de Kesey, una novela con una trama cautivante y unos personajes jugosos. Forman parece consciente del buen material del que parte y de que no es necesario mucho artificio accesorio. El film es austero (lo que no quiere decir que su puesta en escena sea inverosimil, sino todo lo contrario: resulta totalmente auténtica), cosa que resulta un acierto y que ayuda a observar unas escenas e interpretaciones grandiosas (los actores están perfectos, a la altura del perfilado guión respecto a sus personajes). El guión es una maravilla, su progreso de lo más taimado, su puesta en escena totalmente atrapante (se puede apreciar una gran coordinación en los movimientos de los actores y los cortes entre planos en las secuencias más deliciosamente enmarañadas. Se puede apreciar un gran uso de los planos cerrados alargados en el tiempo que generan la intriga que pretenden (sobre todo los protagonizados por Nicholson)). Esta gran película ofrece momentos inolvidables, momentos divertidísimos (no lloré, pero sí reí de lo lindo. Inesperadamente me encontré con más buena comedia que buen drama), pero sobre todo lo que logra es (irónicamente) un conjunto equilibrado. Y es que la lucha entre caos y silencios, entre intensos momentos de divertida anarquia Vs. momentos de agobiante opresión logran un equilibrio perfecto, haciendo una obra tan absorbente que casi resulta imposible despegar los ojos de la pantalla o no prestarla atención.

Lo peor: ...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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