Tragicomedia de Jorge Torregosa que nos narra la vida de Juan, un mundano cuarentón (Javier Cámara), como trabajador español en Nueva York. La vida que Juan soñaba vivir en Nueva York como estable intérprete de teatro no acaba siendo como esperaba, y va sobreviviendo con trabajuchos de poca monta. En Nueva York, Juan recibe la visita de su primo (Raúl Arévalo), un joven alicantino al que "todo lo ha salido bien" en la vida: tiene una buena colocación laboral y está a punto de casarse. Sin embargo durante su convivencia en NY ambos descubren que su vida no es ni tan mala (en el caso de Juan) ni tan buena (en el caso de su primo) como ellos se pensaban.

Hay que agradecer la propuesta y las intenciones del film antes que nada. "La vida inesperada" trata de variar las narrativas a las que nos tiene acostumbrados el cine patrio, saliendo de los límites a los que se suele acotar. En "La vida inesperada" no hay cine político propagandístico (habitualmente manipulador con simpleza) del que estamos la mar de cansados, ni pretendida comedia con más chabacanería que verdadero humor. La cinta está vez nos ofrece una tragicomedia metropolitana que indaga en un tono afable y suave poco visto en el cine español, y en la que se exploran nuevas culturas con novedad.

Así que es una lástima que "La vida inesperada" se quede tan solo en un metraje tolerable y pasable por culpa del desarrollo de su guión. Pues la premisa que nos presenta es muy potente y pudo ser explotada con un humor más descacharrante y extremo y un drama más intenso y maduro... eso es lo que más le falta al libreto: madurez. Ya que los personajes se desarrollan todos ellos como memos, tópicos y previsibles; y los acontecimientos amorosos (que gastan la mayor parte de los minutos) que viven los dos protagonistas son tan absurdos y superficiales como machistas y aniñados (la historia de amor del personaje de Javier Cámara con la yanki cañón que bebe los vientos por él es... tan poco creíble e improbable como ridícula e irrisoria sin pretenderlo, lo mismo se puede decir de todas sus conquistas en la ciudad de los rascacielos así como de la conquista del primo y de su trama). Detalles como esos (chistes con cierto deje machista relatados como si de algo natural y loable se tratara, así como unos romances memos e inverosímiles) nos alejan de la trama y de una posible empatía con los personajes y con su vida que, en otros aspectos, si es conseguida (destacan las videoconferencias de la madre mimosa). Todo en "La vida inesperada" es superficial y somero, con un humor que por desgracia funciona siempre a medio gas (¡vamos! ¡qué no estamos ante "Ocho apellidos vascos"!) incapaz de ofrecer brillantez y de dejarnos alguna carcajada, y con un drama que tampoco es desgarrador y emotivo (y pudo serlo sin duda).

Estamos pues, ante en film amable y llevadero, que se sostiene y se deja ver porque la premisa sobre estos dos "perdedores" en la capital del mundo aporta una historia con una estructura atractiva y con cierto encanto, por su puesta en escena que tiene mucho gusto (presume de una edición atinada, de unos buenos encuadres, de una notable fotografía con un excelente derroche en el uso de la iluminación, los colores y los contrastes, y de una música inolvidable de Federico Jusid), y porque sus dejes de simpleza, superficialidad y topiquez de mal gusto no se dan en una desmedida que produzca en el público demasiada vergüenza ajena y le empuje a abandonar la sala de cine (como sucede en otras cintas patrias).

Aun así no es suficiente, y esta cinta hispana no consigue cambiar el chip del todo en cuanto a abandonar los dejes más erráticos del cine español. A "La vida inesperada" le falta en su libreto más chispa, empuje, garra y trabajo y menos infantilismo y pronosticación. Los actores tampoco son capaces de aportar el carisma suficiente como para enganchar al espectador.

Lo mejor: Los créditos iniciales, la cinematografía, la banda sonora.
Lo peor: La construcción de los personajes femeninos (insultantes para las mujeres. Perece mentira que el guión lo haya escrito una mujer)... mejor llamarlos "complementos pret-a-porter", los inverosímiles y mentecatos romances, y algunos diálogos machistas que no consiguen lograr la autoparodia ni triunfar en el humor.