Impresionante cinta bélica de Scott al estilo y altura de "Salvar al soldado Ryan", y que mantiene inmovilizado al espectador sin necesidad de ofrecer un argumento pomposo y rimbombante.

Basada en hechos reales, describe como en medio de la eterna y olvidada guerra civil somalí, la armada estadounidense realiza un ataque puntual a la cúpula de la guerrilla en Mogadishu. Un ataque que, parece, será rápido y digno del optimismo y la confianza de los yankis... pero ya se sabe que subestimar al aguerrido enemigo (que no es ni más estúpido ni menos listo que los americanos a la hora de organizarse y preveer ataques) es algo bastante común en esta superpotencia.

Gracias a una excelente puesta en escena en cada secuencia del metraje, Scott cambia la tendencia y el nervio de cada situación sorprendiendo al espectador (y manejándolo igual que a cada soldado); haciendo que nos confiemos, que nos choquemos de bruces con lo inesperado, que sintamos camaradería, que nos agobiemos ante lo inviable, que nos angustiemos ante lo imposible, que nos entristezcamos, que nos recobremos, etc.

Técnica y artísticamente es inmejorable. La atmósfera del film atrapa al instante. La estupenda ambientación, la vibrante puesta en escena, la maravillosa fotografía con filtros borrosos, ocres y verdes, el buen manejo de la cámara en movimiento, el estupendo uso del plano subjetivo y los planos cerrados, el impactante sonido, la oportuna música y el laborioso montaje (ágil y apresurado que nos describe a la perfección cada disparo, movimiento y expresión creando emoción e ímpetu) al servicio de una realización compleja se adecúan perfectamente en cada momento, ofreciendo un producto tan agobiante y deseperanzador como intenso, impresionante, trepidante... e interesante y emocionante. Porque si bien el tratamiento a los personajes es algo secundario, el reparto coral de soldados se hace lo suficientemente empático y atractivo como para desear su salvación, y el objetivo militar final se hace lo suficientemente importante como para desearlo... porque la cinta SÍ TIENE UN GRAN OBJETIVO ARGUMENTAL: salir de la intensa y agobiante jungla de metralla en la que Scott nos a abandonado para nuestra sorpresa. Desde luego sin un desarrollo argumental (con varios frentes, cada uno de ellos cargado de suspense y generando expectación a la hora de saber su desenlace) sería imposible que el film captara tanto la atención.

Estos son tiros con ton y son. Scott ofrece una estrategia militar progresiva y regresiva, una escalada cada vez más empinada en la que nos espera una cima desconocida. La historia dedica el 80% del metraje a una acción vibrante e impresionante sobre un ataque largo y complejo (pero muy bien recreado), mientras que el resto es un esqueleto argumental tan necesario como suficiente, un puñado de escenas crudas altamente dramáticas muy conseguidas, y otro puñado de frases tontas simples y sectarias que evitan que sea una obra maestra.

Lo peor: ...