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Voto de Verdebotella:
7
Bélico. Drama Narra la historia de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la sangrienta batalla de Okinawa, en el Pacífico durante la II Guerra Mundial, y se convirtió en el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso. Doss quería servir a su país, pero desde pequeño se había hecho una promesa a sí mismo: no coger jamás ningún arma. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson es una estrella de Hollywood que lo menos que se podría decir de su persona es que es políticamente incorrecto. Mel Gibson es un actor con cartel y con bombazos taquilleros que apenas ha actuado en unas cuantas películas en la última década o, en el mejor de los casos, se esconde en films de segunda o tercera fila. Mel Gibson es un director reconocido y galardonado con tan solo un puñado de películas, a cada cual menos convencional y más arriesgada. Mel Gibson es una persona de la industria que igual te hace una película en arameo o en maya consiguiendo con su buen hacer que no se hunda en taquilla ante tal propuesta. Mel Gibson es una contradicción.

Desmond Doss es una persona de fuertes principios y profundamente religiosa que casi acaba con su padre. Desmond Doss es un objetor de conciencia que cree que su deber es ir a la Gran Guerra igual que todos los jóvenes americanos, pero que no piensa portar ningún arma. Desmond Doss quiere estar sobre el terreno de batalla ayudando a sus compañeros como médico pero no piensa coger un arma que pueda matar a otro ser humano, sea en defensa propia o no. Cuando su Capitán, agotado ante tanta moral, le pregunta que si luchamos contra el mismísimo diablo, que la cuestión vital es nosotros o ellos, que nuestra supervivencia, la del mundo libre, depende en parte de sus acciones, Desmond Doss responde que no está preparado para responder a preguntas tan trascendentales. Desmond Doss es una contradicción.

Hasta el último hombre es una película de corte pacifista que relata de manera épica el valiente esfuerzo que hicieron los soldados, médicos y demás miembros del batallón en la batalla de Okinawa. Hasta el último hombre es una película realista, que no escatima en imágenes cruda, y que se recrea en unas batallas perfectamente realizadas, pero Hasta el último hombre también es el intercambio de miradas entre el batallón de Desmond y el batallón al que van a sustituir, la 96 o lo que queda de ella. Hasta el último hombre relata el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso sin haber disparado una sola bala. Hasta el último hombre es una contradicción, pero bendita contradicción o bendita paradoja.

Porque la paradoja es que ante tal relato “telefilmesco” y patriotero, Mel Gibson, con pulso y brío, y su sobrio reparto levantan una película salvaje que muerde en cada plano, que plantea con sinceridad y sin pedagogía las diversas interpretaciones de la Fe y que acierta al contar la no tan extraña historia de un joven soldado confuso con su mundo y con la guerra que le tocó vivir.
Verdebotella
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