Cualquier amante del cine surrealista, experimental y delirante, debería darle una miradita a la filmografía del francés Quentin Dupieux.

“Rubber” (2010) es su obra más popular. El relato de un neumático asesino con poderes telekinéticos ya entró al terreno de “clásico de culto” (y es absolutamente fascinante). “Wrong” (2012) y “Reality” (2014) son muy buenas también, especialmente esta última.

“Reality” es una comedia sobre el perfeccionismo, pero construida alrededor de repeticiones e imperfecciones. Como si todo el tiempo se estuviera haciendo “borrón y cuenta nueva”. Recuerda a las grandes producciones surrealistas de Davyd Lynch. Por supuesto, es todo una gran sátira de Hollywood.

Dupieux –quien escribe, dirige, edita y coloca el sonido de sus películas– parece obsesionado con la idea de distorsionar la realidad en su máximo esplendor. Por eso mismo, “Deerskin” se siente como una obra muy de él, con un protagonista estúpido que se hace el cineasta y está completamente alejado de lo real.

Pertenece al género de la comedia, si bien no es una donde te la pasás riendo a carcajadas. El humor pasa más por las situaciones desquiciadas que van sucediendo, lo suficientemente locas como para que sea imposible predecir qué va a pasar después. De una historia donde una campera de cuero le da órdenes a su propietario se puede esperar cualquier cosa, ¿no?

Dicho esto, resulta difícil hablar de “Deerskin” porque tiene una trama minimalista y se apoya más en su atmósfera. Dupieux no tendrá el talento de Lynch, pero creo que sí puede lograr esa idea de rareza en el aire, como también suele hacer el griego Lanthimos.

Acá el director va llevando el relato poco a poco hacia el slasher, dosificando el recurso del suspense y utilizando el humor absurdo para hablar de ciertas cosas. Es una película muy cortita (una horita y moneditas) que nunca agota al espectador porque su desarrollo tiene la duración justa y necesaria.

Todo se sostiene gracias a la enorme interpretación humorística del protagonista, Jean Dujardin, un tipo tan idiota como querible. “Deerskin” tiene todo en regla para convertirse en otra obrita de culto como “Rubber”. Está lejos de ser perfecta, pero justamente en eso residente su encanto. No cae para nada dentro de los estándares del cine convencional.

==> CONCLUSIÓN: Como una metáfora del relativismo en relación al arte, “Deerskin” es otra extravagancia de Dupieux que se disfruta, especialmente, si venís siguiendo su filmografía. Vale la pena por la capacidad de sorpresa que empaquetan estos 77 minutos de película. <==

#BonusTrack: mi nota sobre Rubber y el homenaje a la sinrazón.

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