La secuela oficial del magistral animé “Demon Slayer” (actualmente disponible en la Gran N) fue un éxito de taquilla sin precedentes, convirtiéndose en una de las producciones japonesas más recaudadoras de la historia e incluso superando a la anterior poseedora del título, “El viaje de Chihiro”, de Hayao Miyazaki.

Tal fue el éxito que la gente del estudio Ufotable ya anunció la muy esperada continuación para finales de 2021, si la pandemia lo permite. Se estrenó en Argentina una semanita justo antes de que volvieran a cerrar los cines… así que nunca se sabe.

Vale aclarar que esta película continua –literalmente y sin contexto– adonde nos dejó la primera temporada del animé. Se adapta el arco “Mugen Train”, que es una suerte de combinación entre “Inception” y “Train to Busan”.

Así, la película es oficialmente cánon de dentro de la historia. Una práctica poco común dentro del animé, pero que va empezando a ser tendencia considerando los casos previos de “Made in Abyss” y “Dragon Ball Super”, que tuvieron muy buenas películas canon también.

Si quieren entender por qué el protagonista lleva a su hermana escondida en una pequeña caja, la importancia del Dios del Fuego, quién es el que se parece a Peppa Pig con esteroides o qué son los Hashiras y las Lunas Demoníacas, lo mejor es darse un vueltón por Netflix a ver la genial primera temporada (y no hay motivo para no hacerlo).

Disfruté mucho de esta película que no da respiro desde el momento cero. El argumento tiene dos partes muy claramente divididas e igualmente emocionantes. Como aperitivo para la venidera segunda tirada de episodios, “Mugen Train” funciona a la perfección.

Ayuda muchísima el arte de un estudio de animación que nunca defrauda y que logra sacar lo mejor de cada uno de los personajes. Ufotable da cátedra, una vez más, sobre cómo mezclar animación 3D con animación tradicional, aprovechando al máximo el uso de colores vivos y movimientos fluidos.

Lamentablemente, algunos personajes de la serie quedan un poco relegados a un segundo plano para dar lugar al recién llegado Rengoku (quien había tenido una aparición muy breve en el animé durante el juicio de Nezuko). Los momentos de acción son realmente deslumbrantes y ponen a Tanjiro y los demás ante el mayor riesgo hasta la fecha.

Lo que siempre le destaqué a “Demon Slayer” es que, dentro de su género, siempre se las arregla para que cada batalla con los demonios se sienta diferente. La primera temporada ya había logrado justamente eso, y acá lo hacen una vez más. Los enemigos siempre tienen habilidades originales que generan peleas súper creativas.

Sin embargo, los aspectos visuales son tan top-tier que es fácil de ignorar que tampoco estamos ante el argumento más complicado del mundo. “Demon Slayer” es un shonen muy bien hecho, pero un shonen en fin, y no creo que alguna vez llegue a alcanzar la complejidad de animés como “Full Metal Alchemist” o “Attack on Titan”. Esto no es una queja, sino más bien un hecho.

==> CONCLUSIÓN: “Demon Slayer” es uno de los mejores animés del momento y si te encantó la primera temporada, te va a encantar su película también. Pese a la sencillez argumental, el tratamiento de los sueños y el poder logra tocar emociones sensibles en los espectadores. Tiene suficiente momentos para brillar, si bien no por sí misma. <==

#BonusTrack: ¿por qué Demon Slayer es diferente? Análisis en esta nota de mi blog:
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