Es más que obligada esta crítica, ya que a veces a una película le pasa como al mejor de los vinos: mejora con el tiempo. Ya hemos leido críticas que exaltan la fascinación de la escena de la biblioteca con Bach de fondo, mucho mejores que garajes con metal a todo volumen, la perfección de su fotografía o las sobervias actuaciones de sus protagonistas...pero en Se7en hay más...

La primera vez que la vi tenía unos 12 años, la recordaba oscura, angustiosa, pero me atrayó y cautivó mucho más allá de la dulce cara de Brad, a la vez que me produjo pesadillas durante días...
quince años después descubro que las pesadillas no eran fruto de escenas vistas en el film, sino de lo que se deja entrever, de lo que se sugiere...sin explicaciones, ni escenas sangrientas al más estilo gore...porque da mucho más miedo todo aquello que no puedes ver, ni explicar

Se7en es arte puro y duro, donde todos los integrantes hacen un papel sin igual Pitt, Freeman y Spacey brillan con una luz tan profunda que hacen que las escenas puedan ser profundas y oscuras...ellos ya la iluminan, por mucho que llueva en cada escena. Se7en puede pasar en cada ciudad y a cada momento...Se7en es el miedo a que algo ocurra y esté fuera de tu alcance...Se7en es todo un hito, e incluso hoy, quince años después de mi primer visionado, me deja fria, pensativa y preocupada por las personas como Jonh Doe, jugando a ser Dios en un mundo lleno de vanalidades (además de la muerte, hay millones de tipos de castigo)...

Se7en se podría resumir como suprema, una joya cinematográfica que en la actulidad es imposible de repetir a causa de la sobredosis de acción y efectos especiales, sobreexposición de imágenes, ideas y preconcepciones que nos abrazan día tras día