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Voto de RagingSergio:
8
Drama Berlín, 1942. Bruno (Asa Butterfield) tiene ocho años y desconoce el significado de la Solución Final y del Holocausto. No es consciente de las pavorosas crueldades que su país, en plena guerra mundial, está infligiendo a los pueblos de Europa. Todo lo que sabe es que su padre -recién nombrado comandante de un campo de concentración- ha ascendido en el escalafón, y que ha pasado de vivir en una confortable casa de Berlín a una zona ... [+]
29 de septiembre de 2008
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer una película sobre una novela convertida en poco tiempo en un best-seller y que ya han leído millones de personas no es una tarea fácil. Como ha dicho Mark Herman, en esta ocasión se trataba de mejorar la “película” que todos los lectores nos habíamos hecho en nuestra mente. La historia de “El niño con el pijama de rayas” es profundamente aterradora porque nos hace intuir el horror a través de la inocencia de unos ojos ajenos al mal.

La novela de John Boyne me decepcionó en gran medida pero su adaptación al cine no sólo es más brillante, vibrante y verosímil sino que supera en todos los aspectos a su referente literario. En primer lugar hace gala de una excelente puesta en escena, elegante y sobria. La narración es eléctrica y va siempre in crescendo y el director maneja con mano firme todos los aspectos de una historia que podía haber cometido varios errores y que sin embargo se muestra como una inmejorable lección de cómo hacer una adaptación cinematográfica que mejora en todos los aspectos al original literario.

La película elude ciertos elementos de la novela, como por ejemplo el personaje del “Furias”, para no restar protagonismo al verdadero eje de toda la historia: el horror escondido, camuflado, latente tras la apacible vida de un comandante nazi y su familia. La principal crítica que hace “El niño con el pijama de rayas” no es contra el terrible genocidio nazi aunque parezca que sí. Lo que verdaderamente critica es uno de los poderes más malignos que existen en el Universo: la indiferencia.

Y justo al otro lado de la indiferencia está la curiosidad, las ganas de aprender, de ser conscientes de la realidad, de explorar el mundo (curioso que el niño alemán quiera ser explorador) de tender una mano y ver que a través de la alambrada hay otra que nos la estrecha, de ser valiente y sobre todo y ante todo de descubrir como aquel que nos mira con ojos diferentes a los nuestros puede ser nuestro mejor amigo. Dando una lección de amor, inocencia y fraternidad a los adultos, los niños protagonistas de esta bella lección moral se adentran en la oscuridad con la maravillosa luz de su amistad.
RagingSergio
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