En general, en esta película todo parece indicar que asistimos al visionado de un producto más de terror de usar y tirar, uno de los innumerables ejemplos de excelente ejecución y lamentable falta de creatividad dentro de un género en el que ya se ha visto casi de todo. Sin embargo en "La huérfana" hay algo turbio y sutil que tensa la delgada línea que une el interés del espectador con la historia que se pretende contar.

Una vez más vuelve a ser el concepto del mal como invasor de la cotidianidad el que hace saltar algunos resortes. Algo que ya pasó en películas como "La semilla del diablo" o "El exorcista" por poner algunos ejemplos. A años luz de aquellas dos obras maestras, "La huérfana" hace un intento de querer adentrarse en la realidad y, por ende, en el hábitat de la normalidad. Y es debido a eso la razón por la que esta película intenta ir unos centímetros más allá que la mayoría de cintas de su género que se estrenan sin pudor año a año.

Para ser sinceros el gran impacto de este film es el descubrimiento de qué esconde la pequeña Esther. La realidad desvelada tiene su efecto pero es algo que se podría predecir o intuir. Sin embargo, lo que aquí es digno de mencionar es que, al contrario que la mayoría de estas historias, el espectador siempre va un paso por delante de los protagonistas. Sabemos que van a sufrir, conocemos que un mal les acecha, intuímos lo que ellos no intuyen. Un recurso cuyo maestro fue siempre (y será) ese dios llamado Alfred Hitchcock.

Narrada con nervio, interpretada dignamente y manejando un ritmo siempre "in crescendo" he aquí un thriller (no es una película de terror) del cual me atrevo a decir que pasa del "decente" para adentrarse en el terreno del "interesante". Y con la presencia de algo terroríficamente efectivo: los adorables, angelicales y, en ocasiones, demoníacos niños.