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Voto de Alonso Díaz:
8
Comedia Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody es un grande, un grande de todos lo tiempos, eso es objetivo. El resto no lo es, puesto que toda opinión es subjetiva, así que procederé a ser subjetivo.

Se le critica tan a la ligera que parece que tenemos películas como ésta cada semana. Es cierto que no es un sobresaliente, pero sí un notable alto... pero no debemos caer en la tentación de compararlo con Manhattan o Match Point, es otra historia. Sin ir más lejos, ¿quién compara "El crepúsculo de los dioses" con "Irma, la Dulce"? Cada una tiene su momento, pero son dos genialidades.

Y aprovechando esta comparación, tenemos el privilegio de tener en nuestra época un Billy Wilder, con una filmografía muy parecida, con el mismo estilo irónico, sátiro e inteligente en las comedias como maestría en los dramas y las tramas. Ambos son dos genios del diálogo, dos iluminados en esto de hacer cine... Es cierto, no soy objetivo, pero no quiero serlo, el cine es estética y sentimiento, y ahora me estoy refiriendo esto último.

La película tiene un ritmo magnífico, unos personajes muy caracterizados (¿sobreactuan? no creo, al igual que no sobreactúa Johnny Depp con Burton), unos diálogos electrizantes, una fotografía tan estudiada como siempre y un mensaje tan profundo como bien camuflado en medio de una caótica cascada de escenas desternillantes.

Es curioso, como intento decir en el título, que emplee a un personaje (Larry David lo clava) tan deprimido como depresivo, para trasladar el mensaje a través del mismo de que hay que vivir cada momento y sacar el pedazo de felicidad que cada uno de estos nos brinda. Nos pretende alejar de convicciones irracionales, simplemente aceptadas por una actitud pasiva ante un entorno conservador, nos anima a vivir la vida, a desechar todo prejuicio a la hora de enfrentarse a cada momento, a vivir esa porción de felicidad escondida en momento vivido y que tanto depende del azar. Habla de una actitud muy interesante, pero aunque no es el único que lo ha hecho, eso sí, lo hace como nadie. Puede que el maestro Wilder, pero volvemos a la subjetividad.

No se la pierdan.
Alonso Díaz
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