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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Yuri Duarte:
7
Comedia. Drama A causa de una depresión, Craig (Keir Gilchrist), un adolescente de 16 años, es ingresado en un centro psiquiátrico. Una vez allí, resulta que la sala para jóvenes está cerrada, de modo que no tiene más remedio que acudir a la sala de adultos. Bobby (Zach Galifianakis), uno de los pacientes, pronto se convierte en su mentor y protector. Contando con su apoyo, Craig podrá conocer a un buen número de personas con diversos problemas, ... [+]
21 de mayo de 2017
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Siempre que me topo con películas que abordan la depresión, me ofusco. Normalmente, retratan este tema tan complejo de manera pueril. Terminan siendo autoayuda barata, anestesia momentánea que se puede resumir en un "sé feliz, que si no lo sos, es porque no lo estás viendo". Esta película, dentro de la coyuntura de su producción (esto es, el cine comercial con actores más o menos conocidos), tiene algo más para decir. Y no, no es perfecta. Dista mucho de serlo. Y aún así, es cándida y astuta a la vez.
La adolescencia es un terremoto de emociones que, desde la visión en retrospectiva de un adulto curtido, resulta una etapa sencilla donde la atención estaba en temas naif, de fácil resolución. Pero aquí se presencia un ejercicio quirúrgico (y de nuevo, tal vez no muy elegante), donde estos dramas en apariencia simplones se tornan densos, complicados, incómodos. La ansiedad, la tristeza, la miseria son universales, transversales a todo el género humano. El protagonista se dará cuenta de esto al convivir, por su propia iniciativa, con personas profundamente dañadas, que le harán sentir que sus problemas son de juguete. Y esta aproximación sincera al dolor ajeno, pero también a la alegría, es lo que le permitirá curarse del espanto y plantarle cara a la vida. Porque toda esa opresión que siente no se va a ir. Tiene que aceptarlo. Tenemos que aceptarlo.
El principal problema de la película es que, en sus clímax de alegría, difumina sus virtudes, al parecer maniquea en cuanto a la felicidad y a la tristeza. Esto es disruptivo con esas sensaciones astutas que nos produce, mostrando la angustia con una gran paleta de referencias, descomponiéndola, para que deje de ser un tabú. Son estas sensaciones las que me llevan a defenderla porque, a pesar de ese optimismo irritante por momentos, los personajes saben que es algo pasajero. No se trata de ser feliz eternamente, de romper para siempre con aquello que nos disminuye, sino de saberlo ver. Y luchar.
Yuri Duarte
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