Lo más destacable de esta película son los paisajes y la armonía entre estos y los protagonistas, en especial Jeremiah, con esos momentes de silencio y tranquilidad combinados con la acción de las aventuras, formando todo un conjunto bastante bueno. Además es de agradecer que es un western en el que no se trata a los indios de la manera habitual en que se suele hacer, si bien es cierto que hay ramalazos en torno a que los blancos son más buenos que éstos.

Lo mejor es que en esta película se nos muestra que hombre y naturaleza pueden ser amigos. Pocas veces sucede, pero es posible.