Vuelve el aclamado director para brindarnos una historia tan grande, que nos transporta literalmente a un planeta inhabitado, y tan sencilla, que nos hace reflexionar sobre lo que nos hace humanos. Se trata de una película genial en todos los sentidos; y aunque no se evite comparar con Interstellar (film con contenido de ciencia-ficción, a diferencia de este Marte) está a su nivel en cuanto a escala. Pero centrémonos en lo que nos ocupa. Marte confabula a la perfección la situación que hay en la Tierra con la de Marte, lo cual le confiere un ritmo que te mantiene pegado a la butaca durante las casi dos horas y media. El planteamiento de los personajes no es directo, sino que es paulatino, por lo que se puede ir enfatizando con ellos a lo largo del metraje, sobre todo con el protagonista, Matt Damon, que una vez más demuestra ser uno de los grandes del momento. El fundamento científico es la base sólida en la que se apoya la película y que hace que no se tambalee ni un segundo. El guión está muy bien enlazado (aunque al estar adaptado de una novela no se puede opinar demasiado sin habérsela leído, claro está). Los efectos visuales son espectaculares, destacando sin duda la recreación del Planeta Rojo, que en la gran pantalla luce espectacular. El sonido también está a su altura.
En definitiva, Marte es un gran espectáculo para todos los sentidos y que inspira angustia, entusiasmo, humor, empatía humana y un sentimiento de grandeza tras salir de la sala.
Hasta el momento, la mejor película del año.