Entretenidísimo y bastante atractivo western con la firma de King Vidor y con el protagonismo estelar, superior, de Kirk Douglas. Decir que es uno de los grandes no es nada novedoso y que es uno de mis preferidos nada original. En el se refleja una de las mayores injusticias del mundo del cine. Y es que tener que esperar a recibir un Óscar honorífico en compensación a no haberlo recibido durante su carrera sigue pareciéndome hoy inexplicable depués de repasar su legendaria trayectoria. Este quizás no sea un trabajo para este premio pero sin duda, y desde el primer fotograma, el repertorio de facultades y registros de Kirk es inagotable. Físicamente un portento, no tiene problemas para tocar el banco, cantar, enlazar a un ternero o manejar el revólver con una habilidad increible. Todo esto con esa melena rubia y ese hollito en la barbilla que serán inolvidables en la historia del cine.

La película, muy bien dirigida como siempre por King Vidor, no presenta la historia de un vaquero texano, Dempsey Rae (Kirk Douglas), que llega al territorio de Wyoming en busca de trabajo. Un hombre sin suerte, como bien dice la bonita canción inicial, marcado por la muerte de su hermano y que pronto verá como las fobias que le hicieron huir de Texas aparecerán otra vez en su nuevo destino no teniendo más remedio que enfrentarse a ellas y buscando por fin esa "estrella" de la que ha carecido toda su vida. El guión es simple pero trepidante en su desarrollo. No destaca en este caso una gran fotografía ni unos buenos secundarios pero la verdad no hace mucha falta ya que Kirk Douglas es capaz de soportar perfectamente sobre sí el peso total de la producción.

Western así pues total y únicamente protagonista para su primera espada, con ciertas licencias humorísticas que acompañan bastante bien al metraje. Una historia rodada en technicolor de un perdedor que transmite optimismo y que no deja de mostrar sus habilidades para disfrute del espectador. No se la pierdan.