Welles. Si podemos definir con una palabra “El Extranjero” esta sería sin duda el apellido del genial director. Y con todo lo que ello supone. Personalísima obra de nuevo, repleta de todas las características que le hicieron grande con “Ciudadano Kane” y que ya no dejaría de utilizar el resto de su carrera. Para mi “El Extranjero” representa uno de los momentos más inspirados de Welles, uno de los disfrutes personales más grandes en su filmografía y una experiencia cinematográfica que ha resultado maravillosa. Historia de perseguidores perseguidos, de cazadores cazados y que Welles utiliza para dar a conocer al público su punto de vista sobre la sin razón que asoló Europa durante finales de los treinta y principio de los cuarenta.

Apoyado principalmente en un imponente reparto y en las espléndidas cualidades del director, el film se desarrolla de una manera vertiginosa y sin descanso. Todo funciona a la perfección: el carisma de Robinson, el simbolismo y la fuerza visual de Welles y sus planos “imposibles”, la convicción de su discurso moral, los personajes que completan el cuadro artístico…todo se ensambla perfectamente para conseguir no la película perfecta, pero sí un ejemplo de pasión y de convencimiento personal haciendo cine. Y esto es lo más importante de “El Extranjero”. La seguridad de Welles en su trabajo se hace patente plano a plano, en la tremenda puesta en escena y en el excepcional montaje que salva sin ninguna dificultad cualquier atisbo de problema proveniente principalmente del guión.

La cinta es un camino incesante hacia el desenmascaramiento de un antiguo criminal de guerra nazi, oculto tras la guerra el pequeño pueblo de Harper, Connecticut. Allí, y escondido tras una vida aparentemente normal como profesor de historia y a punto de contraer matrimonio, Kindler (Welles) vive bajo el convencimiento de que la guerra puede continuar y que su pueblo, su raza aria, volverá a levantarse para erigirse como dominante en el mundo conocido. La llegada al pueblo de Wilson (Robinson), un miembro del comité que busca huidos nazis de la justicia, acelera los acontecimientos hasta un final irremediable.

Si bien no es la mejor película de Welles, ni la que contó con más aclamaciones, ni con más presupuesto, ni con el mejor guión, si hay que reconocer que "El Extranjero" es una cinta donde la marca del gran director está patente, donde hace disfrutar con su excelente capacidad para el montaje (la cena está rodada de academia) y para crear atmósferas únicas e hipnotizantes. Talento, solo talento, es lo que muestra un Welles que fácilmente y sesenta años después sigue causando el deleite de muchos que vemos en este film una auténtica obra de arte.