Vale, he visto la temporada uno, y son dos en total. Así que la valoro con la mitad del criterio. Si las cosas se tuercen en la segunda temporada, recordad que yo NO lo sabía al escribir esto.

La primera temporada consta de 8 capítulos de 1 hora. Puede parecer poco, pero no es una serie fácil; ojo, no es para nada aburrida, pero tiene un ritmo al que no estamos habituados los que solemos ver series yanquis. Esta serie es británica al 100%, porque las cosas que pasan, pasan a su ritmo. Sin embargo, eso tiene como ventaja que, si está bien hecho (que lo está), aporta suspense y más empatía con los personajes.

Todo transcurre en torno a una comisaría, y la época es la de los años 70. Sam, el protagonista, es un agente de policía bastante engreído que, inexplicablemente y a raíz de un accidente, va a parar a otra época donde todo lo saca de quicio, empezando por el hecho de que no tiene ni idea de cómo ha llegado hasta allí. Sus compañeros de la comisaría le tienen por chiflado, sobre todo su jefe. Y aquí hago un inciso para aclarar que sin el personaje del jefe, esta serie no sería ni la mitad de buena.

El tema es que Sam no sabe si está loco, si ha viajado en el tiempo o si simplemente está en coma y todo eso es producto de su cerebro. Y nosotros, los espectadores, estamos igual, porque no sabemos nada. Y así, mientras te mantiene en vilo sobre ese asunto, la serie te entretiene con tramas policiales a menudo solucionadas del modo más cutre jamás visto. Los interrogatorios son horribles. Los polis se pasan las noches bebiendo cerveza en el pub. Las mujeres aceptan el machismo como algo normal y asumen una actitud muy digna que, en el fondo, deja a los hombres como idiotas. Pegarse es de lo más habitual, incluso entre compañeros de comisaría, sobre todo estando borrachos. Los polis, eso sí, siguen siendo corruptos, porque hay cosas que nunca cambian.

Sólo una cosita: ¿por qué esos policías son tan reacios a llevar pistola? ¿A qué viene esa falta de prevención? A veces me hacen sufrir.