Media votos
4,8
Votos
1.875
Críticas
32
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Gort:
8
6,8
8.238
Animación. Drama. Romance
¿Cuándo empecé a escribir mensajes que nunca envío? ¿A qué velocidad debo vivir para volverte a ver? Después de graduarse en escuela primaria, Takaki Tono y Akari Shinohara fueron por caminos separados a pesar de lo que sentían uno por el otro. Lo unico que pasó entre ellos fue el tiempo. Un día, en medio de una tormenta de nieve, Takaki finalmente fue a ver a Akari... La película consta de 3 historias que narran varias etapas desde ... [+]
9 de septiembre de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en una cinta anterior Makoto Shinkai trataba la cuestión del lugar de lo posible, o dicho con la expresión de Javier Marías, “del tiempo de lo que no tiene tiempo”, pero en esa otra película se partía de una premisa de ciencia-ficción, y el lugar del que hablamos estaba representado por una lejana e inmensa torre. La obsesión sigue siendo la misma en la cinta que nos ocupa, pero en este caso se evita darle presencia a esa lejanía irreducible. Es un signo de maduración cinematográfica.
¿Qué es lo que la diferencia de muchas otras cintas similares de amores juveniles? Para evitar que un espectador más maduro acabe tachándola de historia de amores imposibles y platónicos propongo verla como una película que no es una historia de amor. En la parte que sigue abajo detallo una serie de puntos que podrían sostener dicha interpretación.
¿Qué es lo que la diferencia de muchas otras cintas similares de amores juveniles? Para evitar que un espectador más maduro acabe tachándola de historia de amores imposibles y platónicos propongo verla como una película que no es una historia de amor. En la parte que sigue abajo detallo una serie de puntos que podrían sostener dicha interpretación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
(1) En sendos momentos culminantes de cada capítulo ambas voces narradoras confiesan una suerte de aprendizaje súbito. Es el esplendor de lo nunca vivido. Shinkai ha creado ambos capítulos en base a esos dos momentos, los trata con mimo y lo arriesga todo en ellos. Toda esa ternura y tristeza, así como la revelación de la que hablan los personajes, son producto de una influencia de la misma índole que aquella que hacía resurgir Combray en el sabor de una magdalena.
(2) Mientras vuelven a sus casas de noche los chicos deben aguardar el lento paso del convoy que transporta el cohete. Un comentario de ella sobresalta al chico con el relámpago de la memoria involuntaria. Pero el plano no se queda con él, cambia rápidamente al asfalto, al brillo reflejado de las luces de los camiones sobre las motocicletas. Es un recurso que se emplea recurrentemente en la cinta, una firma estilística si se quiere, pero que apunta a algo que va más allá de lo meramente formal: es la mirada del cine, que no tiene tanto que ver con los sentimientos y afecciones humanas sino más bien con ese movimiento de acercamiento -por llamarlo de alguna manera- a la lejanía de la que venimos hablando.
(3) Antes del beso bajo el cerezo desaparecen los rasgos faciales de los personajes. No se trata tanto de universalizar la escena -dos jóvenes enamorados, o, el amor en general-, como de despersonalizarla: lo que importa no es tanto la historia de amor, como la mirada sobre ella, el resurgir esplendoroso -la imagen digamos que irresistible que lo inspira- que fuerza a Shinkai a crear su película y que es de una naturaleza diferente a la de los recuerdos de sus amores juveniles.
(4) Tras el beso bajo el cerezo, un plano de las pisadas dejadas por los chicos en la nieve. Los chicos han llegado hasta allí.
En la última escena del capítulo final, ambas voces cuentan un sueño en el que vuelven a tener trece años y están de nuevo bajo el cerezo pero no han llegado hasta allí, no dejan marcas sobre la nieve.
--------------------------------------------------------------------------------
“Combray no resurge ni del modo en que fue presente ni como podría serlo, sino en un esplendor que nunca ha sido vivido, como un pasado puro que revela en suma su doble irreductibilidad, al presente que fue y también al presente actual que podría ser hoy, y ello a favor de un acoplamiento entre ambos”.
Proust y los signos, Deleuze
“Parece que el problema es cómo podría yo, que estoy aquí y estoy ahora, trasladarme al antes, es decir, al yo cuando estaba entonces-allí, que he olvidado. No podría a menos que hubiera un puente entre esos dos tiempos parecidos, un puente que por su propia naturaleza no puede pertenecer ni al yo aquí-ahora ni al yo entonces-allí. Pues el pasado puro es ése puente. Quiero decir, no es lo que está al otro lado del puente, es el puente”.
El cuerpo sin órganos, José Luis Pardo
El cine -la ficción en general- sería también ese puente que no une dos orillas.
(2) Mientras vuelven a sus casas de noche los chicos deben aguardar el lento paso del convoy que transporta el cohete. Un comentario de ella sobresalta al chico con el relámpago de la memoria involuntaria. Pero el plano no se queda con él, cambia rápidamente al asfalto, al brillo reflejado de las luces de los camiones sobre las motocicletas. Es un recurso que se emplea recurrentemente en la cinta, una firma estilística si se quiere, pero que apunta a algo que va más allá de lo meramente formal: es la mirada del cine, que no tiene tanto que ver con los sentimientos y afecciones humanas sino más bien con ese movimiento de acercamiento -por llamarlo de alguna manera- a la lejanía de la que venimos hablando.
(3) Antes del beso bajo el cerezo desaparecen los rasgos faciales de los personajes. No se trata tanto de universalizar la escena -dos jóvenes enamorados, o, el amor en general-, como de despersonalizarla: lo que importa no es tanto la historia de amor, como la mirada sobre ella, el resurgir esplendoroso -la imagen digamos que irresistible que lo inspira- que fuerza a Shinkai a crear su película y que es de una naturaleza diferente a la de los recuerdos de sus amores juveniles.
(4) Tras el beso bajo el cerezo, un plano de las pisadas dejadas por los chicos en la nieve. Los chicos han llegado hasta allí.
En la última escena del capítulo final, ambas voces cuentan un sueño en el que vuelven a tener trece años y están de nuevo bajo el cerezo pero no han llegado hasta allí, no dejan marcas sobre la nieve.
--------------------------------------------------------------------------------
“Combray no resurge ni del modo en que fue presente ni como podría serlo, sino en un esplendor que nunca ha sido vivido, como un pasado puro que revela en suma su doble irreductibilidad, al presente que fue y también al presente actual que podría ser hoy, y ello a favor de un acoplamiento entre ambos”.
Proust y los signos, Deleuze
“Parece que el problema es cómo podría yo, que estoy aquí y estoy ahora, trasladarme al antes, es decir, al yo cuando estaba entonces-allí, que he olvidado. No podría a menos que hubiera un puente entre esos dos tiempos parecidos, un puente que por su propia naturaleza no puede pertenecer ni al yo aquí-ahora ni al yo entonces-allí. Pues el pasado puro es ése puente. Quiero decir, no es lo que está al otro lado del puente, es el puente”.
El cuerpo sin órganos, José Luis Pardo
El cine -la ficción en general- sería también ese puente que no une dos orillas.