En 1993 se estrenaba Jurassic Park, una película que sorprendió con sus increíbles efectos especiales e hizo que generaciones enteras de chavales obsesionados con los dinosaurios disfrutaran de las dos mejores horas de sus vidas. Hace años que dejé de ser un “friki de los dinosaurios” y sin embargo hoy al llegar a casa no he podido evitar buscar mi enciclopedia y ponerme a revivir aquellos momentos de mi infancia en los que tanto disfrutaba leyendo y aprendiendo de ellos.
A veces se nos olvida la finalidad de ir al cine, vamos y (consciente o inconscientemente) juzgamos la película, en vez de relajarnos y disfrutar de lo que sea que nos ofrece. Yo hoy fui al cine sin grandes expectativas; sin embargo, la peli me ha arrancado de esa postura enseguida en cuanto el pequeño protagonista me ha recordado la emoción con la que de críos disfrutábamos de los dinosaurios. Y de nuevo, años después, he disfrutado de dos horas de cine como un niño pequeño.
La peli no es perfecta y hay cosas que directamente no tienen mucho sentido, pero sinceramente, no me ha importado lo más mínimo. ¿Por qué? Porque yo voy al cine para ver esta clase de películas, esta es la clase de cinta que te ofrece todo lo que querías y aun así te deja con ganas de más. Es cierto que la peli tiene algunas inconsistencias y bastantes clichés, y es fácil criticar duramente a la peli por ellos como si estropearan el resultado final, pero lo cierto es que no lo hacen. No veo ningún problema en sacrificar en parte el realismo en pos de la diversión. ¿O acaso ha ido alguien a ver la película para aprender acerca de los dinosaurios?