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Voto de Ronald:
8
Comedia. Drama. Romance Miles, un divorciado deprimido, aspirante a escritor y apasionado del vino, propone a su viejo amigo Jack, un actor fracasado que está a punto de casarse, hacer un viaje para visitar viñedos y probar vinos antes de su boda. Forman una extraña pareja: Jack es un seductor; Miles, un pesimista. Jack pretende saborear sus últimos días de libertad, Miles sólo aspira a paladear un vino perfecto. Jack se conforma con un Merlot barato, Miles se ... [+]
18 de junio de 2005
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película muy distante de la oleada de películas que se estilan. No es alharaquienta y por ello no se presta a la publicidad desaforada: no tiene con qué. No hay explosiones, peleas a puño limpio, duelos de espadas o de revólveres; no sobresalta a nadie y menos le encaja al espectador una regresión a los terrores de la infancia.
En realidad, en esta cinta no ocurre nada. Es el ritmo sostenido de principio a fin lo que mueve a la empatía con la historia. Lo más fácil hoy es hacer una película estridente y de poca exigencia dramática. Lo difícil es apostar por un argumento como el de “Entre copas”. Por ello, quien se decide a hacer, y lo hace, una cinta de “realismo soso” merece alguna consideración.
Es una historia simple. Como la de “Perdidos en Tokio”. Aunque mas hablada. Mientras en aquella los silencios o el silencio pueden constituir un personaje, en “Entre copas” no deja de hablarse. Nimiedades de siempre, alusiones cultas. De qué hay silencios, los hay; pero son los mismos silencios de la vida real porque los personajes de ella también se cansan de hablar o no tienen nada qué decir.
Un tema parece recorrer la historia de la película: el de la enología. Y no es lo mismo que decir, como la publicidad lo sugiere, que es el tema. He conocido la naturaleza elitista de este oficio de espíritus presuntuosos viendo la película. Pero tampoco me lo tomo a pecho. La cinta no hace pedagogía enológica.
Hay “creadores” que todavía pretenden ofrecer una “visión” del mundo. Y a nadie le interesa ya decodificar una propuesta enrevesada y ambiciosa. Hoy debería haber solo lugar para historias personales o impersonales, ninguna con afanes totalizantes.
El problema de películas de esta casta es la nula concesión que se le hace a los entusiasmos populares. Una persona más común y corriente que nosotros soportará poco la oferta queda y mundana de la película en sus primeros minutos. Ellos no anuncian un romance trágico, un secreto a develar, una road movie clásica. Extienden una oferta nimia pero rica y el trabajo honesto de quien ha sabido crear sin ceder a las tentaciones demagógicas.
Lástima que también nosotros seamos espíritus egoístas y fachendosos. Y que no conformemos una multitud convertible en ratings. No somos mediáticos, pues.
Ronald
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