Los artistas tienen una percepción distinta de la realidad, cuando las musas duermen a su lado su inspiración les convierte en genios y se dedican a componer, cuando no viven la vida absorta y despreocupada practicando el “dolce far niente”.

Luchino Visconti nos presenta en su film una Venecia de principios del siglo XX lugar turístico por excelencia y retiro de potentados y artistas.

Su obra cargada de simbología tiene dos interpretaciones, una para los mas intelectuales que la valoran como una auténtica obra maestra y otra bien distinta para los mas mundanos que buscamos en el cine un buen guion bien dirigido e interpretado que nos sumerja en una historia creíble durante un par de horas.

Para estos últimos la película cargada de silencios y en ausencia de una trama como tal resulta, por decirlo de alguna manera, poco gratificante y absolutamente fuera de nuestros objetivos.