La bondad es una cualidad que no levanta pasiones ni se hace notar como fuegos artificiales, sin embargo está ahí, invisible, como el aire necesario que respiramos, en poder de esas personas calladas pero siempre amables dispuestas a ayudar a quien lo necesita siempre con una sonrisa en los labios, héroes anónimos que se ganan a pulso el corazón de quien los conoce.

Henry Koster nos ofrece una historia navideña tan irreal como cualquier fábula en la que cualquier cosa imposible pasa a ser algo común y cotidiana, la nieve no solo cubre las calles de todas las ciudades del mundo en las que Papa Noel despierta la admiración de los mas pequeños, también cubre los corazones helados de aquellos que viven cada año aprisionados bajo las garras de su propio egoísmo, de los que nunca consideran aceptable la posibilidad de hacer algo por alguien a cambio de nada.

Cary Grant es un actor perfecto para el papel de alguien encargado de hacer felices a los que se van cruzando en su camino, su sonrisa enigmática en ocasiones e incluso irónica si la ocasión lo requiere, está en todo caso, cargada de una simpatía desbordante imprescindible para alegrar la vida de los que le rodean.