Si pudiéramos pararnos a reflexionar por un instante, nos daríamos cuenta que la vida es un largo discurrir de problemas. Una sucesión de trabas que cada día debemos afrontar. Desde que somos niños hasta nuestra vejez debemos hacer frente a multitud de dificultades que este mundo nos tiene reservado.
Pero cada persona tiene sus problemas, sus inquietudes o complejos. Lo genial de esta cinta es que nos hace ver que no somos los únicos con problemas en esta vida. Siempre habrá alguien con un problema superior al nuestro. Nos hace plantearnos sobre si verdaderamente es nuestro problema el más importante. Cualquier problema te parece insignificante ante todo lo que vemos en imágenes.
La película esta rodada de manera magistral por un joven director ( si alguien de Hollywood viese el talento de este chico podría sacarle mucho jugo), los planos son excelentes enlazando de manera soberbia cada historia, retratándonos a cada personaje. Jugando en cada momento con el espectador, la película avanza de manera lenta pero se va volviendo cada vez más interesante, aumentando de calidad de manera sobresaliente para desembocar en un final brutal. Murali crea la historia sobre las historias, consigue crear sobre la base de unos jóvenes adolescentes cada uno con sus dudas y complejos una maraña perfectamente interconectada que se resuelve con un desenlace sorpresa para el cinéfilo.
Esta obra de cine independiente no solo destaca en la dirección. La actuación de todos y cada unos de los personajes es digna de mención. Todos transmiten el problema que tienen, todos muestran su temor como si solo fuese ese el único problema existente. Pero no solo existe un único problema. Es como si cada personaje estuviese inmerso en su propio mundo aislado del resto, cuando en realidad siempre habrá otra persona que necesite más ayuda.
El film también aborda el tema del aislamiento social. La difícil época de la adolescencia ( donde el acne provoca risa, la virginidad rechazo o destacar en clase la envidia) esta plasmado de manera notable en esta obra.
Otros temas tratados en el largometraje son la envidia, la homosexualidad, los abusos sexuales todo ello encaja como las piezas de un puzzle. Todo se une en un final necesario que invita al debate al final de la película. Nos hace plantearnos nuestros problemas y sentirnos afortunados por no sufrir como cada uno de los personajes que acabamos de ver. Nuestros miedos parecen irrisorios ante lo que acabamos de presenciar.
Así pues nos encontramos ante una obra maestra del cine independiente, tremenda e incomprensiblemente infravalorada ( tal vez cabria preguntarnos cual sería la critica si esta película llevara la firma de los grandes directores de Hollywood). Y digo obra maestra con la boca grande sin arrepentirme, por la fuerza interpretativa de los personajes, por la dirección por el final y los valores que nos transmite 2:37 es una gran película.