Existe el dicho de que "no hay nadie más peligroso que un ignorante bienintencionado". Ese dicho define bien al protagonista y a la trama que él provoca en esta comedia que se desarrolla en un contexto arriesgado: las discapacidades.

La película es bienintencionada como su protagonista. Su mayor mérito es que los discapacitados están tratadas con medida y respeto, consigue que te rías con ellos y no de ellos. Además, los personajes expresan cualidades humanas de una forma bastante natural, algo de agradecer. En este apartado de buenas intenciones destaca también el fugaz puñetazo que suelta al sistema sanitario de Estados Unidos.

Lo malo es que resulta tosca en su desarrollo, en su parte central sufre falta de ritmo y el actor protagonista no resulta gracioso ni dramático cuando es necesario.

A pesar de lo artísticamente negativo, no es una farsa, su contenido la convierte en un buen intento de esclarecer algunas sombras: fuera prejuicios, gratifica establecer empatía con los diferentes, tenemos con el prójimo más cosas en común que diferencias.