Veo este cortometraje y me da mucha pena la situación actual del cine de animación. Porque aunque yo piense que quien ama el CINE disfruta de igual manera con estas producciones, lo cierto es que es muy común escuchar eso de "yo es que no veo dibujos". Esta obra, una vez más, confirma el verdadero talento que se esconde detrás de (casi) todas estas obras.

Puede que se deba al elevado tiempo que toma realizarlas (esta en concreto tardó cinco años en producirse) frente a las producciones «de carne y hueso», pero sin duda todos los elementos están magistralmente cuidados. La animación, el guión, el diseño artístico y la música, tan característica de Gustavo Santaolalla, funcionan tan bien en su sinergia que no puedo hacer más que dar las gracias por vivir esta época tan gloriosa para el cine y recomendárselo a cualquiera que tenga 6 minutos libres.

Ojalá Pixar, o cualquier otro estudio, se anime con un largometraje de este calibre...