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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Daniel B:
7
Drama Agosto de 1992. En el distrito Lichtenhagen de Rostock, en una urbanización de edificios de placas de cemento, algunos jóvenes desempleados luchan contra el aburrimiento y las frustraciones. Cuando llega la noche atacan a la policía y a los inmigrantes. La dimensión de los conflictos se torna tan amenazadora que las autoridades deciden evacuar a los romaníes que esperan asilo. Los vietnamitas, sin embargo, permanecen en la así llamada ... [+]
15 de diciembre de 2020
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Luego de la reunificación alemana, muchos ilusionados alemanes de la ex Alemania Oriental cayeron en la desocupación y en la pobreza, desaparecido el Estado benefactor comunista. Y resultó acaso irónico que muchos grupos neonazis se hayan nutrido de jóvenes descendientes de comunistas o socialistas.
Somos jóvenes, somos fuertes aborda los violentos sucesos xenófobos contra un Centro de recepción de solicitantes de asilo (ZASt) en Lichtenhagen, un distrito de la ciudad de Rostock, sobre el Mar Báltico, ciudad que perteneciera a la ex Alemania Oriental. El centro se hallaba sobrepasado en su capacidad y numerosos refugiados (muchos de ellos rumanos/gitanos) acampaban en sus inmediaciones.

La película encara la narración desde tres puntos de vista: el de un grupo de jóvenes desocupados y ociosos, que adscriben a consignas neonazis; el de un desencantado funcionario socialdemócrata que no sabe muy bien qué hacer frente al conflicto y el de un grupo de residentes vietnamitas que habitaban un monoblock ubicado enfrente del Centro (algunos ya con empleos y que se sentían ciertamente amenazados) y centra casi toda la acción a lo largo de uno de esos días aciagos de agosto de 1992. Y todo en un opresivo y desencantado blanco y negro plenamente justificado y con varios detalles formales muy logrados.

Quizás lo más inquietante de esta película de Burhan Qurbani sea la confusión que se genera por momentos acerca de la violencia que se está gestando y sus actores y la madeja de motivaciones que mueven a un grupo de jóvenes a deslizarse por la pendiente de la xenofobia y el neonazismo (depresión, pérdidas, desempleo, aburrimeinto, prejuicio y hasta romance), la existencia de un líder siempre más convencido y violento que lo galvaniza y la forma casi casual de pasar de esa nebulosa algo difusa a la acción directa. Deriva "espontánea" que también incluyó a pobladores de Rostock menos radicalizados pero que se plegaron a los desmanes.

El huevo de la serpiente y la famosa banalidad del mal de Hannah Arendt.
Daniel B
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