Leah (Morgan Saylor, la infumable hija de Brody en Homeland) y su amiga Katie son dos jóvenes universitarias que alquilan un departamento en Nueva York para pasar el verano, mientras trabaja en una revista con un jefe (blanco) acosador.
Pronto Leah entabla una relación con Blue, un joven dealer de poca monta que vende en la esquina de su depto. Pero una circunstancia se interpone en la relación y en la actividad que emprenden juntos y la protagonista es capaz de todo para eliminar ese obstáculo.

Leah es una chica sexualmente liberada y, en esa tarea que emprende, entra en una espiral de sexo y de consumo cada vez más frecuente de drogas cada vez más pesadas, una especie de calvario de sexo, drogas y rockanroll, calvario en torno/a causa de un hombre que recuerda a los de los personajes femeninos de Lars Von Trier. Hay muchas escenas de sexo en la película,incluidas algunas con contenido explícito. Y aparece por ahí Chris Noth (el Mr Big de Sex and the City), como un abogado (blanco) inescrupuloso.

Saylor está todo el tiempo en pantalla, con un protagonismo absoluto, a cargo de ese personaje que va boyando en un mar de a ratos embravecido y con un aire de espontaneidad que no la abandona.

¿Qué quiso transmitir la directora Elizabeth Wood con esta historia de amor (y ese título), supuestamente basada en una experiencia personal, en esta película independient no del todo lograda? ¿los privilegios de ser blanca wasp? ¿los peligros de relacionarse con gente y un submundo que no lo es?



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