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Voto de tiznao:
7
7,3
4.860
Cine negro. Thriller. Intriga
La vida de Al Roberts, un pianista de Nueva York, se convierte en una pesadilla cuando decide hacer auto-stop para buscar a su novia que vive en Los Ángeles. Lo que Roberts no puede imaginar, es que su periplo se verá envuelto en una serie de problemáticos acontecimientos que acabarán arrastrándolo a una situación límite. (FILMAFFINITY)
9 de junio de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al Roberts (Tom Neal), un pianista de Nueva York cortito de dinero, es recogido en autostop por Charles Haskell (Edmund MacDonald), cuando iba a reunirse con su novia (cantante en su número de piano) que se había trasladado a Hollywood a probar fortuna en la industria del show bussines, cosa que sabemos por la voz en off de Al sobre imágenes que van recreando lo que este nos cuenta desde ese arranque de la película en el que le vemos huraño, con barba de varios días, mal encarado y evidentemente desnortado.
Siguiendo con los flashback utilizados por Edgar G. Ulmer para contarnos la historia, entramos en una montaña rusa de fatalidades y huidas precipitadas hacia delante, cuya génesis es la muerte accidental de Haskell cuando había dejado conducir al autostopista Al para echar una cabezada, y las decisiones por este tomadas ante su suposición de que nadie iba a creer la verdad de cómo se produce esa muerte, y la certidumbre de tener todas las papeletas para ser tomado por un autoestopista asesino.
Para acabar de complicarle las cosa al bueno de Al, aparece en su camino Vera (Ann Savage), una bella y con aspecto de baqueteada mujer, a la que recoge en el coche presentándose como el difunto (hasta aquí vemos a Al como un tipo que se las prometía, si no muy felices, si sorteando la mala suerte y con la esperanza de llegar a reunirse con su novia para después abandonar coche e identidad suplantada), y que resulta ser una pérfida buscavidas aficionada a la botella y más bien ida de la olla, que por ironías del destino y casualidades de la vida, se transforma en la peor pesadilla de Al, tanto en los métodos de esa espiral delincuencial en la que atrapa a este, como en el delirante proyecto que ante su pasmo y pánico pretende embarcarle.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Siguiendo con los flashback utilizados por Edgar G. Ulmer para contarnos la historia, entramos en una montaña rusa de fatalidades y huidas precipitadas hacia delante, cuya génesis es la muerte accidental de Haskell cuando había dejado conducir al autostopista Al para echar una cabezada, y las decisiones por este tomadas ante su suposición de que nadie iba a creer la verdad de cómo se produce esa muerte, y la certidumbre de tener todas las papeletas para ser tomado por un autoestopista asesino.
Para acabar de complicarle las cosa al bueno de Al, aparece en su camino Vera (Ann Savage), una bella y con aspecto de baqueteada mujer, a la que recoge en el coche presentándose como el difunto (hasta aquí vemos a Al como un tipo que se las prometía, si no muy felices, si sorteando la mala suerte y con la esperanza de llegar a reunirse con su novia para después abandonar coche e identidad suplantada), y que resulta ser una pérfida buscavidas aficionada a la botella y más bien ida de la olla, que por ironías del destino y casualidades de la vida, se transforma en la peor pesadilla de Al, tanto en los métodos de esa espiral delincuencial en la que atrapa a este, como en el delirante proyecto que ante su pasmo y pánico pretende embarcarle.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Súmese a tan atractiva y vacilona trama, una dirección áspera y recia envuelta en una fotografía y edición que acentúan de forma magnífica la sordidez de las situaciones, unas líneas de dialogo realmente impagables de esas que poseen algunas frases que son para enmarcar, un cuadro actoral sembrado a la hora de interpretar unos personajes con los que el espectador lo tiene difícil para empatizar, y tenemos en sus apenas 68 minutos, una autentica referencia en cuanto a canónico cine negro, además de una muy entretenida historia bien contada (guion de Martin Mooney y Martin Goldsmith adaptando la historia surgida del magín de este ultimo), que cuenta con el valor añadido de con tan pobre producción (las escenas en el coche en su mayoría están rodadas en estudio con una pantalla detrás recreando los parajes por los que transitan, y el coche usado, un Lincoln Continental V-12 convertible de 1941, es el particular de Edgar G. Ulmer) los responsables de la función se hayan sacado de la manga una película que podría ser definida perfectamente como un ejemplo de la buena y modesta serie B de cine negro rodada en una época abundante en ese tipo de joyitas (quizá por su componente autostopista me viene ahora mismo a la cabeza "The Hitchhiker 1953" de Ida Lupino, otra que tal baila en cuanto a poderío en la dirección y referencia de género).
Para finalizar, reseñar la curiosidad de que en 1992 se hizo un remake (que no he visto y me gustaría hacerlo) con el hijo de Tom Neal (Tom Neal Jr.) interpretando el papel que hacia su padre en esta que nos ocupa, y que el director sea Wade Williams, el tipo que también hizo el remake en 1986 de "Invaders from Mars 1953", en la cual también salía Jimmy Hunt (el niño que descubría la conspiración marciana) interpretando al jefe de policía.
Para finalizar, reseñar la curiosidad de que en 1992 se hizo un remake (que no he visto y me gustaría hacerlo) con el hijo de Tom Neal (Tom Neal Jr.) interpretando el papel que hacia su padre en esta que nos ocupa, y que el director sea Wade Williams, el tipo que también hizo el remake en 1986 de "Invaders from Mars 1953", en la cual también salía Jimmy Hunt (el niño que descubría la conspiración marciana) interpretando al jefe de policía.