Un adolescente (Jay Baruchel) que se cree una reencarnación le León Trostky agitando un instituto con sus proclamas reivindicativas; a priori la historia apunta a divertida y hasta mordaz dado los tiempos que corren, pero el pueril, ñoño, y previsible rumbo que toma la trama, y lo estúpido que luce un personaje con el que es imposible establecer un mínimo de empatía , hacen de esta supuesta "inteligente, divertida y extraordinaria vuelta de tuerca a las películas de institutos", una aburrida e interminable (casi 2 horas) soplapollez, cuyo único interés para el público adulto reside en ver cómo va envejeciendo esa excelente actriz y otrora morbosa señora llamada Geneviève Bujold (supongo – o quiero creer - que la buena nota que atesora vendrá del público adolescente que se haya comprado esa moto de "inteligente, divertida, y bla, bla, bla).