Lo quieras o no, si has leído la saga es imposible ver y sentir la película como si no conocieras que va a pasar a continuación, asi que de la historia solo comentare que leída me hizo disfrutar como acostumbro a hacerlo la mayoría de las veces que me apetece leer una buena novela negra (siempre hay algo en el mercado editorial esperando su turno), por lo que dado que la cuestión guion cubre mis expectativas (cambios, omisiones y añadidos con respecto a la novela) y las filias y fobia que este suscita me importan un carajo, solo queda saber si estamos ante algo que logre entretener y captar la atención (y en qué grado) durante casi dos horas y media y en base a qué.
Pues bien, aun estando ciertamente receptivo por lo siempre agradable a priori de ver reflejados en una pantalla personajes que hasta ahora solo habían cobrado vida en mi imaginación, debo reconocer que es aplaudible y agradecible tener la ocasión de ver la película, pero por mucho, poco o nada que te haya gustado los libros o hayas pasado de leerlos, lo que aquí tenemos en una pasable (siendo muy generoso) “Salander explotation”, filmada sin garra (las 4 escenillas de acción son planas y mal filmadas), en la que durante todo su largo metraje se hace más que evidente lo apresurado, rutinario y televisamente pueril de su realización para aprovechar el millonario tirón de la saga y hacer caja, además de tramposa y trIlera con ese toque final que de forma descarada intenta plantar en el subconsciente del espectador que lo que ha visto es una Clarice Sterling sueca.
En resumen, una peliculilla con realización, actores (hacen lo que pueden y/o saben, estando a la altura del presupuesto de la producción), banda sonora y atmosfera de telefilm y en cuanto a la fotografía, digna con las tonalidades y rácana en mostrar y dar protagonismo a aquellos resultones paisajes.