No es normal que en España se hagan películas de miedo, por lo cual es siempre una alegría la presencia de cada vez más pasos que nos lleven a alejarnos de los tópicos de un cine español sólo preocupado de dramas sociales, comedias costumbristas y guerracivilismo. Ahora bien, una vez reconocido ese mérito, pasemos a valorar la película como tal.
La fotografía, muy bien, transmitiendo un ambiente oscurecido. La música, apropiada pero un tanto sobreutilizada para darle más intensidad a las escenas. Los actores, pues los principales (Rueda y Homar) cumplen con sus roles de manera correcta y creíble, tal vez un poco más él que ella, y el resto pues aparecen poco y se limitan a cumplir con más o menos fortuna. En cuanto al argumento, la verdad es que empieza bien, realmente bien. Un asesinato vestido de suicidio, una hermana que se huele la verdad y trata de investigar y un marido con algún secreto oculto que trata de frenar los planes de su esposa. La trama avanza intrigantemente mientras vemos a la protagonista yendo de un lado a otro a investigar... y no precisamente sola. Sin embargo, desde la escena del aparcamiento en busca de la cámara de seguridad, la película va en declive progresivo, con reacciones que no son normales, sorpresas previsibles, sorpresas incomprensibles y apariciones que no vienen a cuento. Una pena.

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