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España España · Madrid
Voto de Sadman:
6
Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2009
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sabido que recurrir a los sentimientos es algo que hacen no solo los políticos, los vendedores o incluso los ladronzuelos. También lo hacen los cineastas. Y en este caso huele mucho, muchísimo.

Esta curiosa película, vista de forma relajada, sin tratar de pensar en nada, dejándose llevar, tiene una apariencia de drama humano conmovedor y profundo que remueve cosas en nuestro interior, un canto a las buenas intenciones y de lo necesaria que es la solidaridad en el mundo -concretamente para con los inmigrantes, que es de lo que se trata en este caso-.

El problema -gran problema- de esta cinta es que, en el momento en que queremos razonarla, nos encontramos ante un grave dilema: ¿debemos saltar por encima del estado de Derecho de nuestro país para satisfacer así nuestras necesidades de realizarnos como seres humanos bondadosos y solidarios? ¿Son nuestras leyes injustas y malvadas o solamente están ahí para protegernos? ¿A qué lado está realmente la justicia o la injusticia?

Porque, aunque es cierto que, como dije antes, esta es una de esas películas que remueven nuestra sensibilidad interior, por contra parece el envoltorio de un guión con "intenciones", es decir, una película al servicio de una idea. Y cuando se ahonda en esa idea nos encontramos con una especie de lobo con piel de cordero. Es cine políticamente correcto, demasiado, mucho buen rollito, mucha oda a la bondad, la interculturalidad y esas cosas....muy al estilo Alianza de Civilizaciones, pero camuflada.

De hecho, el primer contacto del deprimido profesor con los inmigrantes no es precisamente pacífico ni edificante. Ni lo son sus delictivas circunstancias. Pero para el guionista-director, no parece ser importante que tus vecinos, inquilinos o quien sea vivan en la más absoluta ilegalidad, lleven vidas erráticas, practiquen la "okupación" de viviendas, etc. etc. Y, de hecho, la bonita historia del señor mayor que enriquece su vida gracias a su encuentro con otras culturas tiene la pinta, a ratos, de ser más bien el drama de un pobre infeliz con problemas de depresión y cuya ayuda le viene de perillas a unos inquilinos con problemas, en gran parte gracias a ellos mismos y sus conflictos con la ley.

Si tenemos esto en cuenta, ver al profesor tocando los bongos rodeado de africanos, es, cuando menos, hilarante. En realidad, aunque pretende ser metáfora rosa, resulta ser a ratos surrealista.

Pero esta es la virtud de esta cinta: está hecha de tal manera que sus muchos defectos de fondo y forma apenas se notan en el primer momento, porque el trabajo de los actores es impecable y el transcurso de la trama está rodado con sensibilidad y emotividad. Pero claro, la emotividad dura un tiempo; después viene la cruda realidad. Dudo que cualquier hijo de vecino, en parecidas circunstancias a las del protagonista entablase una relación idílica con los recién llegados; más bien llamaría a la policía. Y después ya veríamos...
Sadman
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