Básicamente tenemos un juego de poderes sensuales y unos diálogos muy bien hilvanados que mantienen en todo lo alto el interés del espectador. Una vez completado el bonito traje, termina colocándole un trozo de mierda en el ojal, y además te invita a que lo huelas. Se reivindica "a la mujer maltratada" (cuando en realidad nunca lo fue) que por fin "se impone a un macho alfa heteropatriarcal con ansias de dominación, aunque sea a través de su deseo de querer ser dominado". Una pena, porque toda la peli se había llevado de una forma bastante más interesante y sin ataduras religiosas: un simple juego de poder y seducción entre un hombre (un poquito pirado) y una mujer (que también muestra algún que otro problemilla).

Con ese final tan forzado, al final la cosita se hace infumable y especialmente apta para adorar el ombligo de Polanski, sus filias y cobardías internas. El talento está ahí y esto podría haberse convertido en algo memorable, pero por desgracia el broche final se limita a congraciarse con el movimiento feminista con brochazos de pintura gorda por toda la pared, una especie de alegato a algo etéreo "que las mujeres se merecen y los hombres no les dan". Ese ordinario final le ha quitado todo el encanto a una peli que opositaba al 6 o al 7.

Pena penita pena.